QUINTO CAMINO
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ETAPAS DEL CAMINO

PRIMERA ETAPA SEGUNDA ETAPA TERCERA ETAPA CUARTA, QUINTA y SEXTA SÉPTIMA ETAPA OCTAVA,  NOVENA Y DECIMA  

Etapas del Camino


He aquí el esquema del camino en toda su extensión:

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No confundir las zonas así definidas con la jerarquía en el seno de la Iglesia que comprende —o debería comprender— siete grados: 1)Apóstoles 2) Profetas 3)Maestros de la Iglesia (también llamadas doctores de la Iglesia 4)Obispos 5)Presbíteros (sacerdotes) 6) Diáconos 7) Fieles.
En este esquema, el Camino está concebido según una escala que va de Do a Do y forma una octava. Los intervalos entre Do y  Si, de Fa y Mi, así como de Do y Si de la octava siguiente, constituyen los tres umbrales.
Pasemos a los comentarios sobre las diez etapas que figuran en este esquema.
                     
PRIMERA ETAPA

El espacio a la izquierda del Primer Umbral representa la vida exterior, caracterizada por la anarquía de los tres centros de la Personalidad. Un discernimiento exacto y preciso de las influencias "A" y "B" crea el embrión del Centro magnético. Bajo la influencia de éste, el buscador es atraído hacia el Primer Umbral.

SEGUNDA ETAPA

 Alcanzado ese punto, el hombre se compromete en un sendero. Es colocado de cara a la "vida", su propia vida con sus problemas solubles e "irresolubles".
Esa es su primera prueba esotérica. Esta prueba consiste en una reestimación general de los valores. De la objetividad y el coraje aportados en ese trabajo, depende el resultado obtenido. Es necesario hacer un esfuerzo consciente sobre sí mismo para no mentirse en el curso de esta reestimación de los valores, ni "bordear los problemas”. Le es necesario considerar y analizar su entorno, hacer frente a los hechos y atribuirles su valor intrínseco, sin compromiso y sin piedad para sí mismo y para los otros. Es necesario, naturalmente, guardar para sí los resultados de esta reestimación.
Hecho esto, es necesario extraer las conclusiones. ¿El interés por la vida exterior que se desarrolla bajo la influencia exclusiva de los factores "A" se ha perdido, y en qué medida? ¿El centro de gravedad de la Personalidad, se ha desplazado hacia el Centro Magnético? ¿El acento, está realmente colocado allí? (Fig. 20)
En ese momento es necesario elegir.
Es mejor retroceder antes de haber franqueado el Primer Umbral, que querer recuperar luego, del un salto, la zona de la felicidad burguesa. El Camino tiene un sentido único. Después del Umbral no habrá más que una alternativa: sea el progreso sobre el Camino, sea la Caída. Pero el retorno al estado primitivo está vedado de allí en adelante. Si el Centro Magnético es puro y de una Consistencia suficiente, el hombre de influencia "C" (Fig. 20) aparece. El Primer Umbral será franqueado bajo su dirección.

TERCERA ETAPA

Pasado el Primer Umbral, será superado un eslabón en la cadena de influencia esotérica. Convertido en Fiel, el Catecúmeno es "salvado en esperanza"(Rom VIII, 24). De todas formas, sigue siendo no muy distinto de lo que era antes. La suma de esfuerzos conscientes que ha aportado le ha permitido franquear el Umbral, y esto ya es un enorme paso adelante. Pero el sincero deseo de salir de la vida exterior que ha provocado ese salto no es suficiente por sí solo para liberarlo de las  influencias "A".
El trabajo mesotérico se ofrece entonces a aquél que ha alcanzado la nota Si del otro lado del Umbral. Es necesario que sea sólidamente establecido  y orientado  hacia adelante. Porque, "Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios"(Luc IX; 62). La tarea en la nota Si, para todo discípulo es revisar cuidadosamente el Film de su vida para alcanzar un doble resultado:

- Distinguir objetivamente, tanto como sea capaz en ese estadio de su evolución, los elementos permanentes, eternos, y los elementos temporales, kármicos.

- Estimular en él —con la ayuda de ese análisis— el deseo ardiente de llegar a franquear el Segundo Umbral.

La potencia de ese deseo y la firmeza de su decisión son las únicas garantías de éxito. Es por eso que el discípulo deberá atribuir una particular importancia al trabajo de la nota Si del Camino. Y esto tanto más puesto que esta nota es corta: de hecho no es más que un semitono.
Antes del Primer Umbral, el hombre debe darse cuenta de su actitud frente a la vida exterior en general. Franqueado ese umbral, él debe tomar como objetivo, no ya esta vida con sus ilusiones, sino el Film de su propia vida.

CUARTA, QUINTA Y SEXTA ETAPAS

Éstas corresponden a tres notas: La, Sol, y Fa del Camino que, con la nota Si, forman el Camino de Acceso al Camino propiamente dicho.
Ese estadio, comprendido en ello la nota Si, se presenta como una Escalera que el hombre debe subir (Capítulo XV).
Esa escalera esotérica tiene una particularidad que debe tenerse presente en el espíritu. No es posible quedarse indefinidamente sobre tal o cual escalón, porque después de un plazo determinado, por otra parte ampliamente suficiente para cumplir la tarea exigida por la nota en vigor, el escalón se hunde.
En el curso de la evolución en las notas La, Sol, Fa, el Fiel, trepando la escalera de escalón en escalón, tendrá por tarea:

- Nota La - hacer crecer la Personalidad hasta el límite posible;

- Nota Sol - desarrollarla.

- Nota Fa - equilibrar los tres centros inferiores, reemplazando las conexiones mecánicas que tienen entre ellos, por nexos conscientes de cada centro con el Centro Magnético, al cual de allí en adelante están subordinados los centros inferiores.

De este modo, subiendo la escalera, el Fiel, partiendo de la nota Si y pasando por las notas La y Sol, alcanzará la nota Fa. Cumpliendo para ello la tarea que acaba de ser definida para esta nota,  se convierte en un hombre 4.
La moral abolida será reemplazada en él por la acción de su fuero interno, expresión embrionaria de la conciencia del Yo real. La irradiación de este último penetrará cada vez más, a través del Centro Magnético, en toda la Personalidad del buscador.
Es digno de señalar que el hombre 4 sigue siendo, bajo diferentes aspectos, hombre exterior; y  es mortal todavía. Pero  está preparado para atravesar el Segundo Umbral, más allá del cual comienza el Camino propiamente dicho, colocado al abrigo de las influencias "A" y de la Ley del Accidente.
Alcanzado ese grado, el discípulo se convierte en hombre de influencia "C" (Fig, 20)
Es necesario no perder de vista jamás que todo lo que el hombre hace, lo hace imperfectamente. Teóricamente, el hombre 4, mientras resuene plenamente la nota Fa, ya debería ser maestro absoluto de sí mismo, habiendo sido llevados al límite el crecimiento y el desarrollo de su Personalidad. Si hubiese ocurrido así, la absorción del centro emotivo inferior por el Centro Magnético se produciría dentro de una profunda alegría. Ahora bien, eso sólo ocurre raramente. Es así porque el hombre está en todo y siempre, atrasado, generalmente no llega a cumplir íntegramente su tarea sobre cada peldaño de la escalera. Y como el plazo que se le concede para su trabajo sobre cada escalón es limitado,  está obligado, por temor a un desmoronamiento, a pasar al peldaño siguiente llevando con él una parte, a veces grande, de su tara kármica.
Esto es admitido. Pero a condición de una purificación absoluta en la nota Fa.

SÉPTIMA ETAPA

Alcanzado el Primer Umbral, el Catecúmeno ha sido colocado de cara a la "Vida". Alcanzado el Segundo Umbral, es colocado de Cara a sí mismo.
En otros términos,  verá su Personalidad en su conjunto y en todos sus detalles. Así mismo percibirá todos los resultados de su Karma, así como las deformaciones que éstos han provocado en su ser, en particular las deformaciones que vienen de la hipocresía frente a sí mismo y de las mentiras que se cuenta. Están ahí los elementos más difíciles de constatar y en consecuencia, de neutralizar.
Esa es la segunda gran prueba.
Por primera vez en la vida,  se verá objetivamente, tal como es, sin maquillaje, sin la menor tolerancia o compromiso, y sin posibilidad de evasión.
Para el justo, esta prueba está llena de gozo inefable. Se le presenta como la luz de la aurora.
Para el injusto —y es cl caso general— la visión de sí mismo le parece aterradora.
Porque el equilibrio perfecto de la Personalidad no puede ser alcanzado más que con la completa neutralización de las consecuencias kármicas;  cuya  naturaleza e importancia, aquel que aspira a la liberación, no puede apreciar-  aún siendo de buena fe. Nacido en el pecado,  puede considerar —y efectivamente considera—  ciertos aspectos de ese Karma como algo humano y normal.
Ante el Segundo Umbral, todo lo que ha aprendido mecánicamente pierde su fuerza; todos los tapones, todos los aparatos auto-tranquilizadores deben ser rotos y desechados. Todas las deudas deben ser pagadas. Y en buena moneda.
Al mismo tiempo, el Fiel debe desembarazarse de los deberes ilusorios, imaginarios, que a veces toman una fuerza hipnótica y a los cuales el ser humano otorga un valor real.
Esta confrontación consigo mismo toma generalmente un tinte dramático por el hecho de la tara kármica que lleva cada uno. Pero ésto es inevitable.
El hombre debe entonces hacer el inventario de todo su bagaje psíquico, dado que la mayor parte de ese bagaje se encontraba hasta ese momento fuera de su campo de observación, en alguna parte de los archivos de su subconsciente.  Se sorprenderá al constatar el contenido de ese subconsciente. Podrá descubrir allí el rastro de actos heroicos, pero también, el de los crímenes más innobles.
Si huye delante de ese monstruo en el cual deberá reconocerse, eso será la caída, llena de los peores riesgos.
Su actitud debe ser ofensiva. Entonces el monstruo-Personalidad cederá. En ese momento, el hombre se transformará en Dueño de sí mismo. Eso será la consagración de la posición representada por el esquema 56.
El momento es decisivo. De ahí en adelante, fortalecido por la Victoria alcanzada, el hombre tendrá como tarea transfigurar su Personalidad. Deberá comunicarle la imagen de la Belleza radiante. En el lenguaje de la Tradición, se dice que en ese momento se vestirá a la novia con su vestido de boda.
Hecho esto, La Novia del Cristo estará preparada para recibir al Novio.
Con el pasaje del Segundo Umbral, la Personalidad desarrollada, armonizada, habrá nacido. Ese es el segundo Nacimiento, análogo desde todo punto de vista al nacimiento del cuerpo físico. Pasa por las mismas fases. La Doctrina establece entre los dos procesos un paralelo detallado que permite al discípulo y a su maestro controlar la regularidad de la evolución. El tratado "El Combate Invisible" de Nicodemo Aghiorita contiene una de las mejores descripciones desde ese punto de vista.
Pasado el Segundo Umbral, la Personalidad se une con el Yo real. Su Yo provisional no es destruido, sino desarrollado hasta el límite, será uno para siempre  con el Yo real: el hombre 4 se transforma entonces en hombre 5.
Esta unión indisoluble forma la individualidad. A partir de ese momento el hombre podrá decir con certeza que es feliz de haber nacido.
Porque la experiencia, tantas veces recomenzada, ha terminado con éxito.

La Personalidad humana presenta tres estados análogos a los tres estados de la materia.
Antes del Primer Umbral, el Yo de la Personalidad está en estado sólido. Es decir que las fuerzas "moleculares" de atracción prevalecen allí sobre las fuerzas centrífugas. Psicológicamente ese estado se caracteriza por el egoísmo: todo para mí. En ese estado sólido, el hombre no puede comprender a nadie. En ciertos casos, cuando es duro como el acero —casos, es verdad, relativamente raros - — se cree siempre en la verdad y atribuye sus problemas a los otros o a los "accidentes". Está seguro de sí mismo.
Sin embargo, alcanzado el Primer Umbral, el buscador no se encuentra ya en ese estado sólido, porque  no cree ya en el valor absoluto de las influencias "A". Ya deberá haber tenido dudas, al percibir la existencia de las influencias "B" y ha comenzado a distinguirlas de las otras. Alcanzado el Primer Umbral ya no es  duro; ya es maleable.
Por medio  del trabajo entre los dos Umbrales, el Yo psíquico se hace cada vez más flexible, para volverse líquido en la nota Fa. Lo mismo que un líquido físico está caracterizado por la facultad de tomar la forma de un recipiente, así la mentalidad líquida es susceptible de comprender a los otros hombres como a sí mismo, tomando sus formas. En el lenguaje corriente se designa ese estado del hombre por la expresión "espíritu abierto".
Pasado el Segundo Umbral, el hombre 4, convertido en hombre 5, adquiere el estado psíquico gaseoso, que penetra todo y le permite comprender a todos los seres y todas las cosas.

OCTAVA, NOVENA Y DÉCIMA ETAPAS

Después del Segundo Umbral comienza el Camino propiamente dicho.  Comprende tres troncos colocados respectivamente bajo las notas Mi, Re y Do.
Bajo la égida de la nota Mi, el hombre interior entra en la zona superior de la enseñanza esotérica, con la octava etapa. Aquí comienza para él la obligación de enseñar a los otros. Es enseñando a los otros como adquiere en esta etapa, nuevas facultades correspondientes a las particularidades de su individualidad. Estos son los dones del Espíritu Santo en la terminología de san Pablo ( I Corintios XIV, 1).
En ese estado, visto de abajo, el hombre se hace un maestro; visto de arriba, tiene el título de asistente.
La primera facultad nueva de base —común a todas las individualidades y que se desarrolla a lo largo de las etapas Mi y Re— es la aptitud de distinguir espontáneamente lo verdadero de lo falso. Esta aptitud será igualmente el signo distintivo del Hombre Nuevo en el Ciclo del Espíritu Santo.
En la etapa siguiente, la novena, colocada bajo la égida de la nota Re, el hombre 5, después de haber adquirido las nuevas facultades correspondientes a su Individualidad, las desarrolla hasta darles su expresión integral. Adquiere así la Conciencia que se manifiesta en él mediante el centro intelectual superior a través del centro emotivo superior.
Por este hecho se convierte en Hombre 6.

La décima etapa, la última del Camino, es aquella en la que el hombre se convierte en hombre 7. Está caracterizada por la concreción de los resultados obtenidos.
Es el bautismo por el Fuego y por el Espíritu (Mateo III,11; Marc I,8; Luc III, 16; Hechos I, 5; II, 2-4.). Jesús ha dicho: "he venido para hacer descender el fuego sobre la tierra y cuánto desearía que * estuviese ya encendido." (Luc, XII, 49.)
Esa consagración se produce mediante la sublimación del sexo. De esta forma el ciclo se cierra. Toda manifestación de vida comienza con un acto sexual; al fin del ciclo, la actividad del centro sexual va de nuevo a manifestarse, pero a un nivel más elevado: el de los centros superiores, nivel al que pertenece por naturaleza.
BORIS MOURAVIEFF

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