QUINTO CAMINO
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FRAGMENTOS LITERARIOS LA VISITA A LA CAVERNA
- SEGUNDA VISITA CAVERNA EL POZO LA VIA REDENTORA EL SECRETO FLOR DE ORO LA CASA DEL AMOR HIMNO CREACIÓN ETERNA DANDO VIDA A LA MUJER LA LUZ CRUCIFICADA

Textos

FRAGMENTOS LITERARIOS SIMBÓLICOS DE LA CIENCIA ESOTÉRICA

Perdido en una selva llena de bestias feroces,  movido por un confuso sentimiento, pero profundo, el hombre busca desesperadamente una salida. Extenuado, después de haber corrido mil riesgos, helo aquí ante la orilla.
Delante de él se presenta un espectáculo que le hace caer en una admiración mezclada de espanto: un castillo de gran belleza salvaje se levanta más allá de una gran fosa llena de agua viva y clara. Detrás del castillo se abre un venturoso valle iluminado por los últimos rayos del sol. A la izquierda, el horizonte se oscurece, enrojeciendo; anuncia una tormenta.
Maravillado, preso de un deseo apasionado de alcanzar el castillo, el hombre olvida los riesgos y las fatigas a las que se expone.
—¿Cómo alcanzarlo? - se pregunta.
De repente escucha una voz que le habla desde el fondo de su corazón

- La fosa, le dice, sólo puede ser franqueada nadando... Pero la corriente es fuerte, el agua glacial.

Sin embargo, el hombre siente como en él surge un flujo de nuevas fuerzas.
Decidido, se arroja a la fosa. El frío paraliza su aliento. Pero, por una extrema tensión de voluntad, con algunas brazadas alcanza la otra orilla, salta sobre el primer escalón de la escalera donde hace pie. Lo dominan otros tres inmensos escalones de granito que conducen a una gran escalinata en hemiciclo defendida por dos torres. Dos puertas cerradas dan acceso a ellas.
Un aullido llega a sus oídos. El hombre se da la vuelta. En el lugar donde estaba hace algunos instantes, se encuentra una manada de lobos.
Cae el día. En la penumbra puede distinguir todavía el fulgor de los ojos de las bestias hambrientas.
De nuevo escucha la Voz que le dice:

-Después de todo, el riesgo no era tan grande porque, si te hubieras negado a correrlo, habrías sido destrozado por los lobos.

Aterrorizado de pronto por el peligro del que había escapado, el hombre mide las dificultades que presenta la escalada.
Apenas intenta trepar sobre un segundo escalón se desata una lluvia diluviana, haciendo resbaladizas las piedras y trabando sus movimientos. De todas formas consigue hacer pie. Pasa la tormenta, la lluvia disminuye. Su cara y vestimentas chorrean sobre la losa.
—Poco importa, dice la Voz, ya te habías mojado atravesando la fosa.
El hombre recobra el aliento y recomienza la ascensión. Termina la noche, se ve, dorado y pálido, el cuarto creciente de la luna nueva, por la derecha, del lado del poniente.
Buena señal, escucha desde el fondo de si mismo.
El hombre sonríe. Por el momento se aferra a los minúsculos salientes para llegar al tercer escalón. Lo alcanza con las manos y piernas manchadas de sangre. Tan pronto como hace píe, una ráfaga de viento glacial casi lo hace caer. Aferrándose al suelo, trepa hasta el pie del muro que forma el cuarto escalón y allí encuentra abrigo.
Esto no es todo todavía, dice en ese momento la Voz. No te retrases en tu refugio. Porque el escalón puede quebrarse; entonces te tragará la tierra...
La resistencia a la tormenta, en lugar de extenuarlo, duplica las fuerzas del hombre. Trepa ahora sin demasiada dificultad sobre el cuarto escalón que no obstante tiene la misma altura que los anteriores.
Erguido escucha entonces, como si fuera un trueno, la trompeta de alarma. Bruscamente, un aliento ardiente toca su rostro. Levanta los ojos. En la oscuridad de la noche, delante, se yergue una figura luminosa: es el Guardián. Vestido con armadura y casco deslumbrantes, tiene el brazo extendido y en la mano una espada llameante dirigida hacia el hombre.
—¿Quién eres tú, peregrino?, le pregunta. ¿Con qué propósito y en  nombre de quién has superado esos obstáculos y trepado la escalera del paraíso?
Transportado por un impulso de alegría inefable, el hombre repite en voz alta las palabras que acaba de escuchar en el fondo de su corazón. En ese instante las siente como suyas y responde con coraje al Guardián:
—¡Yo soy el Alma que busca la felicidad divina; una partícula que aspira a unirse al Principio Creador!
—Tu respuesta es válida, replica el Guardián.
La puerta de la torre de la derecha se abre. La espada vuelve a su vaina. El Guardián toma al hombre de la mano y le hace atravesar el umbral de la puerta abierta...
La aurora va dorando el Levante. Precursora del Sol, la Estrella de la mañana brilla, más allá del valle venturoso.

He aquí otro de esos fragmentos tomado de la literatura clásica. Se trata de un pasaje de Tourgueneff: (Poemas en prosa. Ediciones Le Seuil. 1931. Este poema fue censurado y prohibido en la época).

Veo un edificio, una mole enorme. En el muro frontal una estrecha puerta, con las hojas abiertas; detrás, vapores sombríos. Frente al elevado umbral, una jovencita... Una linda joven rusa.
Un aliento surge de esos vapores opacos y glaciales, trayendo de las profundidades
del edificio, dentro de una corriente de aire glacial, el sonido de una voz sorda y pausada.

-Oh tú, que aspiras a franquear este umbral, sabes lo que te espera?

- Lo sé, responde la jovencita.

- ¿El frío, el hambre, el odio, las burlas,  el desprecio, las injusticias, la prisión, la enfermedad, incluso la muerte?

- Si, lo sé.

- ¿Estás dispuesta a ser rechazada por todos? ¿Estás dispuesta a la completa soledad?

—Estoy preparada para ello. Lo sé. Soportaré todos los sufrimientos y todos los golpes.

—¿Aunque no vengan de los enemigos sino de los parientes y amigos?
—Sí... aún de ellos.
—Bien. ¿Aceptas el sacrificio?
—Sí
— ¿El sacrificio anónimo? Perecerás y nadie... nadie sabrá siquiera qué memoria honrar.
—No me preocupa  reconocimiento ni piedad. Ni tampoco un nombre.
 — ¿Estás preparada para el crimen?
La jovencita baja la cabeza.
—Incluso para el crimen.
La voz que la interrogaba no continuó inmediatamente. Finalmente continuó: — ¿Sabes que un día podrías no creer ya en lo que crees ahora y llegar a pensar que  has sido engañada y que has perdido tu joven vida por nada?
—Eso también lo sé. Aun sabiéndolo, quiero entrar.
       La jovencita atravesó el umbral. Cayó una pesada cortina.
Rechinando los dientes, alguien profirió detrás de ella:

- ¡Una tonta!

A lo que responde una voz, llegada de alguna parte:

- ¡Una santa!

“GNOSIS” TOMO I BORIS MOURAVIEFF

LA VISITA A LA CAVERNA

 (“LA APERTURA DEL CAMINO”)

Un hombre poseía todo lo que puede dar sobre la Tierra la riqueza, el amor y la ciencia humana; y a pesar de todo, la inquietud roía su corazón insaciable.
Buscó la calma en viajes lejanos, pero parecía girar en círculo sobre sí mismo, como si cada etapa le devolviera a su doloroso punto de partida.
Quiso afrontar cumbres peligrosas, pero se contentó con el riesgo y no supo comprender el  sentido de la evasión. Errando de cima en cima a través de las soledades nevadas, encontró vacíos de vida.....Preguntó:” ¿Dónde está el Espíritu?”
Atravesó los mares y  vio chocar las olas contra la orilla. Pero nada en él se reveló de su misterioso flujo y reflujo.
El cielo estrellado de los “Magos” de Caldea le hundió en una multitud de cálculos sin esperanza.
Las arenas del desierto revivieron su fiebre, ya que no pudo soportar su silencio, al no haber comprendido la voz.
Se volvió a encontrar un día en el país de su nacimiento, tan inquieto como a su partida.
Una noche de primavera, erraba sin rumbo en un bosque de viejos robles; harto de todo soñaba al pie de un tronco quebrado, cuando se acordó de una caverna profunda donde vivía un ermitaño muy sabio.
Penetró en la gruta, toda gris de humo y encontró a un anciano que le hizo sentar  cerca de un fuego de leña seca.

- He visitado, dice, todos los lugares del mundo, y no he encontrado la “respuesta”.

- ¿Qué buscas?

- La Verdad.

- ¿No sabes leer?

- He descifrado todas las filosofías.

- ¿Qué han hecho los libros con la Verdad?

- ¿Qué hubiera podido leer entonces?

- ¿Estas ciego? dice el ermitaño; si no sabes leer la Verdad que la Naturaleza ha “marcado” en tu cuerpo, en la tierra, y en el cielo, ¿puedes esperar descifrar estos secretos en los escritos de los hombres?

- ¿Qué es la Verdad?, dice el hombre.

- Es lo que es.

- ¿Qué hombre la conoce?

- El que conoce la Naturaleza y a sí mismo.

- ¡Yo me conozco muy bien!

- ¿Qué sabes tú de ti?

- Conozco mis defectos, mis virtudes, mis gustos, disgustos y voluntades.

- ¿Todo esto, eres tú mismo? ¡Es tomar la multitud por el individuo!

- ¿Quién soy entonces?

- Nadie puede decírtelo, si no es tu conciencia. Puesto que has visitado en vano el exterior de la Tierra, explora entonces ahora el interior de tu mundo; te reserva sorpresas.

- No sabría cómo hacer ¿Quieres ser mi guía?

- No puedo más que disipar los velos, respondió el Sabio, si tú quieres, en verdad.

- El ermitaño fue a sentarse junto al “buscador” y después de un silencio, dijo:

- Refléjate.

- Y el hombre, con los ojos fijos en los ojos del ermitaño, contempló su imagen allí.

- Veo al “Otro”, dijo al Sabio. Él escruta ávidamente tus pensamientos .....compone un cuestionario hábil para sorprender tus secretos ....¡No, este no soy yo!¡Yo no quiero esto!

- ¿Qué sabes tú de él? Pero no importa, mira: ¿Qué hace ahora?

- Fórmulas mágicas. Clama a las potencias; quiere someter a los hombres...Quiere forzar el amor....Quiere forjar su voluntad para vengar una injuria.....Es terrible, quiere....

- ¡Deja! Sus voluntades volverán para golpearlo en la cabeza.

- ¡Detenle! dice el hombre, va a volverse loco.

- No puedo. Solo tú puedes renunciar a sus poderes “malditos” ¿Lo quieres?

- Renuncio.

Con un soplo el ermitaño borró la visión.

-Si puedo borrarlo, es que no eres tú, dice. Búscate, ahora.

Puso sus dedos en las sienes del hombre.
- Aquí estoy, mis pensamientos...
El ermitaño sonrió:
-¿Ah? ¡Verdaderamente!
Con los ojos cerrados, el Otro, un momento, se absorbió.
-No, me confundo; es una multitud.....¡Que farándula frenética de ideas enrevesadas! Se encadenan, se siguen, alocadas.....Unas se disipan en humo, otras acuden, se subdividen, se multiplican.....¡No puedo distinguir; es una turba!
El hombre se enervaba. Estaba absorto en el juego. Se veía a si mismo  afrontando torbellinos e intentando vanamente enderezar su curso.
En todas las direcciones, las ideas iban y venían, las creencias entraban en lucha.... Le atormentaban las dudas, opiniones de todos los colores coceaban al asalto, queriendo vencerle. Se debatía y buscaba abrir un pasadizo. Los rechazaba intentando eliminarlos para “mirar atrás”....Pero otros se precipitaban.

-¡Suficiente!-gritó él- No distingo nada más.

El ermitaño hizo un gesto y los movimientos se fueron ralentizando. Entonces como en una escena donde todos los gestos se descomponen, los detalles se revelaron; lo que había pasado desapercibido tomó cuerpo, la complicada trama se clarificaba suavemente y permitía percibir su encadenamiento.
El hombre estaba estupefacto. Todos los conceptos inteligentes tenían un aspecto torpe y extraño.....Lo que había llamado “lógica” era vencido a menudo por una nueva consecuencia. Percibía los nudos complicados de lo que había creído improvisado. Seguía sus pensamientos hasta su origen y se extrañaba de su diversidad.... ¿Cómo? ¿Las inspiraciones que había creído suyas venían del exterior?
Veía, compilados en un apretado grupo, una masa de ideas extrañas que componían  “su obra”.....Una idea “genial” venía de un adversario. Otras, trenzadas en largas cadenas, se ligaban a la tradición de la familia. La mayoría, arrancadas al paso a  otras mil corrientes, quebradas, incoherentes, se unían con esfuerzo a fragmentos, lecturas, estudios personales. ¿Qué paternidad le quedaba en todo aquello?

-¿Hasta cuándo durará esta espantosa farándula? Gritaba él.

- Hasta la muerte de tu cerebro.

- ¿Después, que quedará de él?

- Formas flotantes, sin orden ni propósito, tal como las ves.

- Estas formas, ¿en que se convertirán?

- En la propiedad de otros cerebros en los cuales, brotarán a sus espaldas.

- Pero Yo, ¿a mí, que me quedará?

- Nada, puesto que el instrumento ya no estará.

- ¿Qué podría yo lamentar? –suspiró él -¡Tan poco de aquello era mío! ¿El Yo, donde está entonces?

- Sigue buscando.

El ermitaño tocó con el dedo el plexo del hombre  y el hombre se estremeció; alrededor de él, como una marea alta, rompían olas de emoción;  lo asaltaban esperanzas, amores, rencores; tal como los había sufrido en días aún cercanos; se conmovió.

-Los conozco, ¿para qué reanimarlos?

Los revivía ávidamente; intentaba, sin conseguirlo, atrapar al paso las imágenes amadas, rechazaba dolores que encontraba ya excesivos; con un gesto de hastío quiso borrarlos, pero las imágenes se modificaron; otras, más antiguas, reemplazaron a las primeras; como un film que se rodara hacia atrás, el oleaje de recuerdos se puso a remontar el curso del tiempo; y el hombre miraba sin comprender. Las aventuras pasionales donde se debatía “su reflejo” no le causaban ninguna emoción; sin ninguna conmoción las observaba, elevándose al paroxismo de la felicidad o hundiéndose en la desesperación; todo  lo más, una sonrisa indulgente saludaba ciertas exuberancias; se sorprendía de las ondas de alegría que esclarecían tales escenas, rechazaba olas de cólera cuyo significado ya no comprendía.
¿Dónde estaba él, el Yo de hoy, en esa novela del pasado? ¡Lo que podría todavía responder en él a esos ecos, tenía vibraciones tan diferentes!
¿De todas esas ondas en movimiento, algunas al menos, componían SU armonía? ¿Cómo reconocerlas?
-Para saberlo, dijo el ermitaño respondiendo a su pensamiento secreto, hay que profundizar todavía más.
Puso su mano en la nuca del hombre.
Éste, por un instante, quedó mudo, sacudido por un escalofrío violento; un flujo de sangre le subió a la cara.
De  repente, se revolvió:
-¿qué tengo que ver todavía con estos horrores? ¿No he rechazado todas estas obsesiones? ¡ya no me hieren!
-Si estás liberado de ellas, ¿porque te perturban?
El hombre temblaba, intentaba vanamente huir de la evocación; el aliento jadeante, los riñones ardiendo,  a pesar de él, poco a poco, cedía a la influencia. Afluían imágenes abrasadoras.....tentaciones de perversiones maquiavélicas jugaban con locuras sensuales....Una rabia posesiva luchaba con un sadismo solapado, se confundía con una erótica vivaf, revelando el aquelarre inconfesado de sus sueños.
El ermitaño dejó que se amainara la tempestad.
Entonces el hombre, destrozado, preguntó:
-He venido a buscar la paz, ¿por qué has despertado  mis demonios?
-Has venido a buscar la Verdad: la paz es su fruto; primero hay que volver a vigorizar las raíces profundas.
-¿Las raíces profundas se hunden en esta turba?

- Los vicios son el resultado de desviaciones de tendencias naturales de tu Entidad. Se convierten en oposiciones al destino de tu ser.

- ¿Hay que dejar entonces que estas oposiciones se afirmen?

- Es indispensable reconocerlas como tales, a fin de ampliar la Conciencia

El hombre rió con amargura
-¿la Conciencia se encuentra en el estiércol?
-¡No sabes hasta qué punto! Es cuando los elementos contradictorios entran en lucha cuando se desvela su verdadera naturaleza. La Cualidad específica que tú encarnas solo se revelará  mediante el choque del contraste.
Así la naturaleza “Marciana” toda violencia, se hará fácilmente la esclava de Venus.
El Venusiano  trasportado hacia la belleza, buscará más bien envilecerse para despertar su conciencia de esa belleza.
El “Solar” dominador, puede ser masoquista.
Y el “Saturnino” enamorado de la soledad y del misterio, buscará a menudo su complemento en el exhibicionismo.
-¿EL Espíritu en el hombre no puede resucitar sin estas turbaciones?
-¡El descenso a los infiernos precede a la resurrección!
-¿Sabes dónde está el infierno?
-¡En las entrañas de la tierra de tu cuerpo! ¡Pero su fuego es también el que causa la resurrección!
-¿Cómo un mismo principio puede producir dos efectos opuestos?
-Tu alma, encarnada en tu materia, ha esposado lo grosero, y solo puede liberarse sutilizando lo que, por atracción, ha podido ligarse a ella.

- Esto no responde a mi pregunta.

- Porque tu no ves el doble movimiento de la Vida; la necesidad de verse reflejado ha causado la separación; la necesidad de la unificación provoca la atracción. Pero la reunión no se hará más que cuando cada complemento se haya “convertido en él mismo” en perfección. ¿Cómo podría sin reconocer todas sus tendencias?

- ¿Hay que hundirse entonces en toda esta porquería para regenerarse?

- ¡YO NO HE DICHO ESO! ¡NINGÚN SABIO PUEDE ACONSEJAR A UN HOMBRE LA EXPERIENCIA FÍSICA DE TODAS SUS BAJEZAS! PERO NADIE LLEGARÁ SI CIERRA SU PUERTA A LA LUZ POR MIEDO DE LOS LADRONES Y DEL FUEGO.

El único medio, compréndelo bien, es dejar subir a la superficie tus impresiones, tus deseos, tus arrebatos impulsivos; observarlos sin engaño, saber jugar con ellos por contraste para despertar la conciencia de la tendencia cósmica que es su móvil.
El hombre se queda pensativo.
-¿No es jugar con fuego?....
-¿El fuego que queda bajo las cenizas es un peligro menor? ¿No eres entonces todavía más, el juguete de esas obsesiones?
-No, si  no es en sueños.

- Tus sueños son el espejo de tu verdad. Cuando, por el sueño, te evades de tu prisión cerebral, tus instintos se revelan con sus verdaderos impulsos y dan fe de que lo que tú creías apagado estaba solamente frenado.

El buscador tuvo un gesto de cólera:
- ¡He visto, recorriendo el mundo, tan poco Bien y tanto Mal, que he condenado  todo “pecado” que disminuía mi dignidad!

El ermitaño sonrió:

- Lo que juzgues te juzgará, y serás condenado por lo que tú condenes.

- No comprendo.

- Es pecado para sí mismo aquello que se juzga como “pecado”. Así tú determinas tu propia ley, tus riesgos y tus peligros.

- ¡Pero es el triunfo de la amoralidad! Más vale entonces no querer reconocer nunca el Mal.

- No es así: el propósito es llegar a conocer el Principio esencial del Mal y del Bien, después comprender su relatividad en relación a la experiencia de cada individuo.

- ¿Cuál es entonces la ley?

- Conócete, pruébate, en tus más profundos instintos. Como el domador prueba a la fiera hasta que ésta haya agotado todas sus astucias. Debes saber desenmascarar tus más  secretos reflejos, y después haz lo que tu nueva conciencia te permita hacer.

- ¿No es una ley demasiado flexible y arbitraria?

- Más rígida de lo que puedas imaginar: la visión del peligro es el mejor de los guías.

- ¿Y si caigo en el camino?

- No te he aconsejado ejecutar, sino descubrir y reconocer todos tus instintos.

¿Que puedes temer más que hoy?.....Tu alma actual es una jungla de la cual ignoras todavía muchos aspectos. Hay que esclarecer todos los rincones de sombra, descubrir todos los reptiles y fieras, todo ese mundo heterogéneo que englobas aún bajo la pequeña palabra “Yo”. Aprende a nombrarlos según sus apetitos, aprende a descubrir las astucias de cada uno; algunos te son extraños, otros forman parte de tu "reino”; cuando sean dóciles bajo tus órdenes, sabrás quien es tu verdadero Yo.
Entonces  volverás aquí
Cuando el trigo esté maduro y los primeros racimos dorados, si te hallo “dispuesto”, intentaré ampliar tu horizonte.

SEGUNDA VISITA A LA CAVERNA

El hombre volvió a la caverna.
Pero el tiempo había trasformado el paisaje, las espigas cortadas dejaron una tierra árida; una maleza espinosa disimulaba la roca, y cualquier rastro de sendero desaparecía bajo las hojas amarillentas.
El hombre, contrariado, no encontraba la entrada. Habiendo buscado en vano algunos puntos de referencia, señalaba los planos, establecía cálculos… sin resultado.
A punto de abandonar la búsqueda, vio, enganchados a los matorrales, los pámpanos rojos de una viña que sostenían algunos racimos maduros.
Se acerca y su avidez le hace dar un paso en falso, tropieza, su pie se hunde en el vacío….el hombre se encuentra hecho una bola y cegado al pie de la escalera ¡caído por descuido!
Una risa gutural despierta su conciencia.
-¿Dónde buscabas la entrada, hombre prudente?, ¿en las estrellas?
¿De dónde viene la voz?...El visitante confuso explora la habitación vacía. De lo alto, infiltrándose por una doble ranura, dos haces luminosos cubren la muralla de reflejos tornasolados. Se proyectan sombras en ella dando la ilusión de formas animadas, de escenas fantásticas. Y el hombre, fascinado, contempla los juegos maravillosos de la luz, la combinación de colores, la metamorfosis incesante de las sombras….y mira, olvidando la voz y la caverna.
Pero he aquí que otras aperturas emiten sonoridades inexplicables…. Que extraño concierto en el que las voces y los ruidos de todo lo que se mueve parecen entremezclarse sin confundirse. Se extraña de distinguir palabras y cantos familiares, todos los gritos de animales, la voz del viento, del arroyo y del trueno, el rugido de la avalancha, y el menor zumbido de alas, que le hechizan como  obligándole a absorberse en cada uno de ellos.
Entonces, oleadas de perfumes  desvían su atención; busca y descubre otras dos grietas. La implacable curiosidad le obliga a detallar las características de todos los olores, de todos los sabores, analizando y comparando, olvidando hasta la existencia de su propósito y de su viaje.
-¡Que haces?
La voz subterránea la conmueve como un reproche y le arranca del influjo al fin.

-Escucho, miro; me he deleitado con las fantasmagorías de esta sala, que han sorprendido mis sentidos… y el tiempo ha pasado. Te buscaba, ¡no te he encontrado!

- No puedes encontrarme donde no estoy. ¿Qué quieres?

- Tomar consejo de tu Sabiduría. Pero ha caído la noche, ¿seré capaz todavía de reunirme contigo?

- Conoces la antigua máxima: “Visita el interior de la Tierra”. Yo vivo en la caverna. ¿Tu, donde estás?

- Yo creía estar en la caverna

- ¡Ilusionista! No conoces el camino de la Profundidad; para encontrarme hay que descender. ¿estás seguro de buscarme?

-Lo quiero, con toda mi voluntad.

- Tu querer es una violencia, es ineficaz para acercarte a mí; pero el deseo que arde en tu corazón sabrá el gesto necesario. Obedece, cualquier cosa que te mande. ¡Ven….si te atreves!

El hombre se acercó al centro de la sala donde parecía sonar la voz, y con todo su deseo “se dejó hacer”. Entonces el suelo se hundió en su centro, y el hombre se encontró, sin comprender, en la caverna oscura a los pies del Maestro.
El ermitaño sonreía: ¿has podido liberarte del influjo de los sentidos?
El hombre sacudió la cabeza: ¡Es tu voz la que me ha liberado!
-No hubiera podido hacerlo si tu deseo no hubiera tomado forma; solamente he acelerado tu elección.

- ¿Es mi elección?....En mi primera visita  aclaraste mi camino; hoy, de nuevo, todo me parece confuso.

- Si quieres alcanzar tu propósito hay que evaluar la situación, como el navegador,  para verificar tus directivas. He planteado tres cuestiones a tu inconsciente; si sabes responder a ellas sin engañarte ellas serán tu brújula:

“¿Qué haces?, ¿Qué quieres?, ¿Quién eres?”

- ¿Qué hago? He buscado, siguiendo el camino que  me habías trazado.

- Pero ese camino era el conocimiento de ti mismo…..

- …..y que debía darme el conocimiento del Mundo…..Desgraciadamente yo conozco ahora mis debilidades y mi verdadera naturaleza, pero si quiero dominarlas me topo con un límite que no puedo franquear.

- Concibes la maestría como una negación, una violencia que suprime: la Sabiduría desbarata las astucias del enemigo sirviéndose de sus propias debilidades; es el juego de las bestias de la jungla, es el del arbusto que rodea la roca ensombrecida y se endereza para buscar la luz.

- ¡Es un juego pueril y demasiado absorbente para aquel que quiere descubrir el Universo!

- ¿Dónde has buscado semejante Conocimiento?

- No lo he encontrado en mí mismo; entonces he  escuchado a los que aconsejan: ”Olvida tu cuerpo, aprende a salir de ti mismo”

- Estupendo, ¿qué has hecho con eso?

- He buscado salir de mi mismo, he elevado mi espíritu a las más altas especulaciones, he escrutado todas las hipótesis de la filosofía y de la ciencia.

- ¿Y qué has descubierto?

- Ninguna certeza. ¡Todo se queda en hipótesis!

- ¿Qué esperabas encontrar?

- Las Leyes del Mundo.

- ¿Crees  que tienen que ver con tus nociones cerebrales?

- ¿A dónde podría dirigirme?

- Al único Conocimiento vital. ¿Qué has hecho de las meditaciones?

- ¡Eso es bueno para un ermitaño! Las preocupaciones cotidianas no me dan libertad para eso.

-Entonces, renuncia a tu búsqueda.

- ¡No puedo!, estoy atormentado por la sed de saber.

- ¡Estarás atormentado toda tu vida, ya que la ciencia no tiene en absoluto la llave del Universo ni de la Vida!

- ¿Dónde hay que buscar la respuesta?

- En ti mismo, exclusivamente.

- Lo he intentado, he fracasado

- Has descuidado los medios

- ¿Entonces, hay que volver atrás?

- El camino es rápido desde el momento en que se está seguro de que todo lo demás es vano. Si te conoces en verdad, sabrás que no puedes hacer ningún gesto, asimilar ningún alimento, sin expresar una función principal. ¡Pero esto es demasiado simple para ti! Tu vanidad quiere encontrar la Sabiduría en un mundo ideal: ¡tu cerebro pretende inventar!

“Miras como una molestia toda contingencia terrestre….Insensato, que busca en las nubes la pepita de oro que pisotea con los pies!
“Que sepas entonces, que el sendero directo tiene como punto de partida tu deber cotidiano; los trabajos para los que tienes alguna aptitud son el terreno propicio a tus primeros ensayos. Es vano buscar en otra parte lo que  no has sabido adquirir en la revelación de su “gesto esencial”: mientras que esta adquisición descubre un punto de vista sobre otro horizonte.

- No he encontrado iniciados entre los más famosos artesanos.

- Porque ellos ignoran la puerta cuya llave ostentan. No es difícil hacer adorar a Dios en la gloria de un Paraíso; pero es sobrehumano despertar el sentido de lo Sagrado hasta reverenciarlo en sus encarnaciones más abyectas. ¡Este es sin embargo el fruto del conocimiento de la materia!

- ¿El químico, el cirujano, hubieran debido adquirirla, entonces?

- Ciertamente no, ya que ellos disecan….El secreto de la vida escapa a su escalpelo, y el análisis quita a los elementos físicos, los elementos vitales que son su móvil.

- Esto lo he comprendido. ¿Qué me impide recoger el fruto de esta conciencia?

- La complejidad de tu vida. No hablo de obligaciones verdaderas, además depende de ti reducirlas a lo inevitable; pero digo que no hay claridad en tu programa, porque el propósito no es evidente a tus ojos.

“Ahora bien, solo una cosa es necesaria: la formación de tu ser inmortal, que ninguna sociedad, ningún predicador, ningún amigo, puede hacer por ti.
“Nadie puede entonces prohibirte buscar esa cosa por encima de toda ley, ¡antes que otros deberes!
“Por medio de la abolición de los obstáculos, y la animación de tu cuerpo; después, el incremento del Fuego sagrado.
- ¿No me vuelves a llevar al vago idealismo que condenas?

-En absoluto: yo hablo de tu cuerpo, en el cual solamente tú puedes encontrar el núcleo del Reino divino.

- ¿El éxito está asegurado?

- Es seguro para el hombre para el que  se convierte en el único propósito. Es por esto que deploro la complejidad de tu vida.

- ¡Este propósito único es egoísta!

- No: es un sobre-egoísmo. Para dar la luz, uno mismo tiene que ser luminoso.

- Pero las contingencias de la vida…..

- …..no son obstáculos para aquel que se sirve de ellas como ejercicios de maestría. La particularidad de nuestro Tiempo  es que la Búsqueda no se hace en absoluto en retiro: la elite humana llamada al  “Reino superior” debe agotar la experiencia total de su humanidad, que debe superar mediante el sentido altruista y no mediante la violencia.

“Ahora bien, este sentido altruista no es en absoluto un sueño ideal ni el fruto de una pequeña caridad: nace naturalmente de la conciencia de la solidaridad humana, pero también del sentimiento de poder que da la seguridad del camino. Ya que el odio, la envidia, el imbécil egoísmo, son reflejos de impotencia de la Persona humana, presa de aspiraciones contradictorias.
“¿Es el propósito  bastante preciso?

- Se ha vuelto preciso.  ¿Mi error fue entonces ceder a mi ambición de saber?

- Sin duda, así como al influjo de los sentidos. Pero el hecho era inevitable, ¡desde el momento en que buscando salir de ti mismo abandonas el domminio de ti mismo! Quien quiere hacer el ángel hace la bestia…..Volveremos sobre este tema.

“Estudia las dos cuestiones:
“¿Qué quieres?

- ¡Quiero lo que yo no soy, hago lo que no quiero!

- Buscas lo imposible, ¡mientras que lo Divino está al alcance de tu mano! Sé más preciso.

“¿Qué quieres?

- Quiero el fin de mis luchas, la Paz, la Alegría, la Vida.

- Ese es el fruto, no el medio; precisa de antemano:

“¿Qué quieres?

- Quiero la solución del problema de la existencia: el poder de salir de la mediocridad, de la “masa”, de dominar mis fuerzas inferiores y de adquirir los sentidos y fuerzas superiores.

- ¡Al fin! Comienzas a clarificar tu propósito con más franqueza. Tu ambición es legítima; la Humanidad ha alcanzado el punto en que su núcleo está maduro para abrirse y  germinar. Felices aquellos que forman parte del núcleo: serán esos “elegidos”, miembros del nuevo germen, del que toda religión ha hablado. Es un deber pretenderlo, para todo hombre que se siente llamado.

“Pero debes saber bien esto: esta pretensión, según la palabra Crística, te sitúa fuera del Mundo, con los estigmas del aislado, ya que el espíritu del núcleo es incompatible con el de la masa, y la masa no soportaría sus exigencias.
El hombre escucha, ansioso:

- Esta separación no puede ser brutal: ¿debe realizarse por sí misma, poco a poco?

- Te equivocas; prácticamente, puedes permanecer en el Mundo; pero en cuanto a su mentalidad, antes de haber roto con ella sin esperanza de retorno, no alcanzarás jamás lo que buscas.

“Hay oposición formal entre el sendero de la Luz y la ruta del Mundo, entre los medios de la ciencia y el camino del Conocimiento; en algunos resultados, parecen a veces encontrarrse, pero sus propósitos son diametralmente opuestos: este quiere el fruto sobre la Tierra, aquel quiere el fruto eterno; solo esto legitima tu ambición.
“¡Pero no creas en un compromiso posible entre los dos caminos! Las luchas y los fracasos vienen de este error. Ningún puente: hay que saltar con los dos pies   y deliberadamente, sin volver la cabeza hacia los métodos del pasado.
“Entonces la masa te injuriará, la “gran mayoría” te acusará de utopía, de vanidad paradójica.

- Eso me importa poco: su desasosiego acusa sus métodos, sus fracasos y los míos les condenan. Pero temo mis propios desfallecimientos: cada uno de mis éxitos fue seguido de una caída.

- Estudiemos primero la primera cuestión: ¿Dónde estás?

- ¡No se! ¿Cuántas partidas entusiastas he efectuado? Me parece girar en redondo y encontrarme siempre en el mismo punto.

El anciano soltó una risa burlona: -¿Crees entonces ser el único? Toda vida gira en círculo y vuelve sobre sí misma, pero nunca es el mismo punto. ¿Ignoras la ley espiral de la Naturaleza?, ¿del Universo? Cada pasaje por un punto análogo  acompaña dificultades paralelas, pero con el matiz de un nuevo Tiempo y de la experiencia del precedente. ¿No has observado el tronco del árbol, y las imágenes de las nebulosas?

- No he establecido la relación

- Ciertamente,  ignoras lo esencial y te pierdes en especulaciones vanas, ignorantes de las Causas; tu curiosidad está ávida de toda noción cerebral, te dejas rozar por su aspecto superficial, sin que despierten en tu conciencia el sentido profundo de sus correspondencias vitales.

“Ahora bien, cada fibra de tu cuerpo, cada célula, cada órgano, es una señal de estas correspondencias: cada función de tu organismo es la correspondencia de una función cósmica. Cada una es consciente de sí misma: ¡tú que las totalizas,  las ignoras!
“Sin embargo tu cerebro pretende esquematizar la fisiología de lo que vive sobre la Tierra, mediante el análisis y el ensamblaje de las nociones sensorialmente percibidas; pero la ciencia es forzada a corregir sin cesar el error de estas nociones; tu mente se enriquece con nuevas afirmaciones….tan hipotéticas como las antiguas.
“…...Y la muerte disipa en humo este saber, que no está hecho más que de sustracciones, y que no conoce la Naturaleza más que mediante la destrucción.
-¿La muerte disipa también cualquier otro conocimiento?

- Distingue primero saber y conocimiento: saber es comprender; Conocimiento es experiencia inscrita en el aspecto permanente del ser que forjará tu inmortalidad.

-  ¡Este Conocimiento no puede existir sin la formulación de los pensamientos!

- Si hubieras practicado las meditaciones aconsejadas, sabrías que existe fuera de toda expresión cerebral; conocerías la evidencia de que no tiene necesidad de lógica en absoluto, es la identificación callada de  una ley, cuya analogía da en el animal, el conocimiento de la hierba venenosa y la premonición de la avalancha.

“Habiendo adquirido esto, el pensamiento disciplinado puede trasmitirla hasta el límite en que la Conciencia que escucha pueda vibrar armónicamente, porque el pensamiento expresado es limitado, detenido, como el choque del martillo sobre la cuerda, que, vibrará y llamará al eco hasta el infinito.

- El Mundo en el que vivo está construido sobre el pensamiento.

- Ese Mundo en el que crees, es la red que te aprisiona, ese pensamiento teje la alambrada, sin cesar pone las trampas de tus deseos artificiales, de tus temores imaginarios, de tus dolores inútiles; enlaza tu sentido real con sus astutos argumentos; enreda el hilo del Destino para suscitar tu resistencia, y te deja ante lo inextricable, desesperado.”

EL hombre, con la frente en las manos, reflexionaba….
Cuando levantó la cabeza, una certeza aclaraba su mirada:
“Maestro, he comprendido al fin su juego: es ella quien me ha persuadido de abandonar tus medios como pérdida de tiempo inútil.
¿Cuáles son las mejores armas para combatirla?

- Primeramente, buscar apasionadamente el éxito de las meditaciones aconsejadas.

- Segundo, lanzar en holocausto el juicio cerebral, la adhesión a los valores relativos y al mundo de las apariencias, para encontrar a cambio la conciencia vital y el sentido de los valores absolutos.

- Por ejemplo, que todo lo que te sucede, todo lo que tu experimentas por los sentidos, sea para ti como una música que no tiene ni pensamiento, ni ninguna formulación cerebral; que despierte en ti un estado que puedes llamar, para comenzar, “emotivo”, y que te deje quieto o inquieto. Escucha esta quietud o esta inquietud. Es todo. Deja todo análisis, toda especulación, ¡y se!

Tercero, buscar en todo, el punto central,  el móvil, el corazón de la cosa.

- Este programa es contrario al ritmo rutinario; ¿qué me dará la fuerza necesaria?

- El Fuego despertado por las meditaciones.”

EL POZO

El hombre dijo al ermitaño:
“Tus palabras parecen esenciales, ¿pero quién me revelará su sentido? ¡El hombre es demasiado pesado para alcanzar las cimas! Su peso le vuelve a traer siempre a la Tierra.

- Dices mal: el hombre es demasiado ligero; su cerebro le tira sin cesar, le hace flotar en un estado nebuloso donde todo es ilusorio, irreal en cuanto al espíritu, irreal en cuanto a la materia.

- Lo reconozco: “pierdo pie” ante la visión real cuando a veces se produce y no puedo retener nada de ella.

- ¡Y cuanto temes perder ese contacto con la apariencia!  “Perder pie” en el vacío….¡que espanto para el hombre animal!¡Que alegría para el hombre consciente!

- ¿No me has reprochado, flotar en el estado nebuloso?

- Cierto, en el estado nebuloso de las aspiraciones ideales, y de las especulaciones mentales; pero te deseo al contrario, descender, para conocer el corazón de las cosas. Es el interior de la Tierra, de tu propia Tierra, lo que necesitas visitar; sin lo cual mi enseñanza será superficial.

- Tu eres mi maestro: ¡condúceme!”

El ermitaño le guió hacia el fondo de la gruta, al borde de un pozo profundo.
“Primero debes esforzarte en visitar el abismo hasta su más honda profundidad; debes saber descender hasta sus fundamentos donde duerme el Fuego sagrado. Si alcanzas a despertarlo, conocerás tu propósito y tu poder.
¡Ahora concentra tu deseo, entra en ti mismo, y desciende!

-Pero no veo escalones…

- No hay escalera: la cuerda basta; todo lo que puedo hacer es enseñártela. ¡Observa!”

Entonces el hombre percibió la cuerda, muchas veces enrollada alrededor de él, que parecía soldada a su ombligo.
Levantó los ojos para buscar su punto de partida: se perdía en la noche; pero el ermitaño la tenía atada al borde del pozo.
-   “Maestro, ¿hasta dónde debo descender?

- Hasta que te encuentres en la soledad absoluta.

- ¿Cómo podía ser de otra manera?

- Acuérdate de mis palabras, digo SOLO, SOLO ABSOLUTAMENTE. Enseguida, si puedes, busca lo más profundo. Pero mantente vigilante: ¡no pierdas nunca la conciencia de la cuerda!”

El  hombre agarra la cuerda con las dos manos; después de una larga indecisión, se deja caer en el pozo.
Bruscamente la caída se detiene después de un camino que le parecía interminable; pero al levantar los ojos constata que solo ha caído su propia altura….
“Maestro, ¿qué debo hacer?”
Ninguna respuesta…. y el peso de su cuerpo hace difícil la reflexión; ¡desea caer más para encontrar un apoyo!
Y su deseo le hace descender.
Y se tropieza sin cesar con las paredes con sobresaltos dolorosos. Se esfuerza en comprender el gesto necesario; su temor, al que  escucha, le hace remontar hacia la superficie…
Se interroga, y sus pensamientos responden; entonces percibe el diálogo:
“¡Esta no es la verdadera soledad!”
De nuevo su deseo le arrastra a la profundidad….pero busca un apoyo en la roca, y su pensamiento vuelve a ser acosador. Entonces se da cuenta de su tiranía, y deliberadamente lo rechaza.
Mucho tiempo se debate contra su insistencia; rechaza cada nueva imagen; ésta se insinúa bajo nuevas formas, se impone como una intriga inoportuna….está harto de esta lucha vana.
“¿Es posible arrancar lo que forma parte de sí mismo?”
Y a menudo se ve, lanzado en profundidad por su deseo y retenido por la obsesión de las ideas; siente esta lucha como la causa de sus tribulaciones….y su sorpresa es inaudita, ¡ya que el pensamiento se le aparece fuera de sí mismo! ¿Lo que en él lo considera es entonces independiente, y no tiene necesidad de él?.... El hombre no formula: experimenta; pero esto es una evidencia, una certeza sin nombre, que lo baña en una paz insospechada. Se siente prevenido de no alterarla con ninguna impaciencia….Y mientras que interiormente busca la raíz de ese otro “sentido”, se hunde insensiblemente en el Silencio….
Quizás haya cedido a un entorpecimiento somnoliento, pero la voz interior le reanima: “¡No pierdas jamás la conciencia de la cuerda!.....”
Entonces sus pies tocan el suelo; se ve (¿está en sí mismo o fuera?¡poco importa!) está en un antro profundo, como una esfera hueca donde las paredes retroceden a medida que quiere tocarlas.
El cielo de esta esfera, que era aquello sobre lo que había posado los pies en el primer momento,  parecía ahora traslúcido, esclarecido por una luz difusa…..
Y el “buscador” se maravilló, ya que un mundo nuevo se revelaba, ni dentro de él, ni fuera, sino sin separación alguna entre lo uno y lo otro.
Entonces el Fuego de las profundidades se despertó; un calor intenso invadió todo su cuerpo, subiendo como una oleada de vida sobreabundante; y la Alegría le invadió, le colmó, ya que todas las dudas desaparecían, los obstáculos se allanaban, entreveía su tesoro; fuente de Vida, propósito y medio, por su Potencia, el Fuego Viviente, la UNICA COSA NECESARIA.
“LA APERTURA DEL CAMINO” ISHA SCHWALLER DE LUBICZ

LA VIA REDENTORA

Hemos visto en qué prisión de carne, el espíritu humano se encuentra impedido, y qué obstáculos oponen las cosas exteriores conjuradas - es decir el Demiurgo- a su evolución benéfica. Sabemos ya que el Rayo Celeste, tal como lo hemos definido al comienzo de estos estudios, es a la vez la causa segunda y el medio inmediato de esta evolución. Finalmente, concebimos que la voluntad del hombre es el motor indispensable al individuo, en el plano en el que estamos, para generar y acelerar esta marcha ascensional.
Parece entonces que la voluntad humana, elemento libre de emplearse o de rechazar la tarea que le es presentada por la razón, influye de una manera soberana sobre la evolución. Si entonces un hombre dotado como todos los otros de voluntad, inteligencia y poder personal, ignora impulsar su voluntad y extraer de ella los actos que convienen, se podría pensar que la evolución se detiene y se aniquila, y que el ser humano permanece en una inercia apática y decisiva, en la que le es permitido inmovilizarse definitivamente, para el gran detrimento de sus destinos normales.
Esta consideración no es exacta más que en la medida en que no salga del plano en que fue concebida, es decir del plano humano. El hombre, como hombre, no podría disponer de nada mejor ni mayor que su destino hominal, cuya marcha individual es libre de detener, en efecto. Pero este ser contingente, dotado de virtudes y de posibilidades contingentes, no podría moverse, o detenerse o influirse a sí mismo fuera del plano contingente especial donde, por ahora, está situado y ejerce sus facultades. No es razonable suponer que pueda modificar, a fortiori detener la marcha eterna del ciclo universal.
Este ciclo universal, del que la humanidad es solo una fase, tiene un movimiento propio, independiente de nuestra humanidad, de todas las humanidades, de todos los planos de los que forma la Suma definitiva. Este movimiento propio, que tiende a la afinidad esencial del Rayo Celeste hacia su origen, lo encamina inevitablemente hacia su Fin que es idéntico a su Comienzo, con una fuerza directora ascensional y divinamente bienhechora. Lo que la Gnose conoce bajo el nombre de Vía redentora.
En Gnose, la Vía redentora se manifiesta en un simbolismo totalmente completo, y cuyas partes son para retener. Este simbolismo forma un tríptico que sirve de entrada perfecta al tercer grado de iniciación gnóstica, grado de asociación, donde el candidato recibe el primer bautismo. Este tríptico representa a la izquierda un navío aislado en el mar, y encima de la nave, un hombre lanzándose a las olas; en el centro, un delfín, surgiendo en el momento oportuno de las aguas para tomar al hombre sobre su lomo: a la derecha, el hombre salvado de los riesgos del Océano, llegando a la orilla y reposando bajo una pérgola donde se entrelazan la hiedra y la viña.
En el Océano sentimental, que es verdaderamente el centro de este alto simbolismo, el navío representa el mundo moral humano, la particularización psíquica y psicológica de los individuos. La carena, los mástiles, toda la materia de este navío ciego, sin timón y sin máquinas, está hecha de instintos pasionales, de convenciones morales, de adquisiciones tradicionales, de cualidades personales que constituyen el fondo hereditario de la humanidad. Este es el caparazón físico, son los impedimentos sensuales con los que el Demiurgo ha recubierto y cargado el espíritu humano. Este navío perdido en la inmensidad representa el aislamiento del ser humano, cuando se individualiza, en medio del espíritu universal, que debe ser sin embargo su sustento normal.
De este navío, que no se dirige a sí mismo, cuyas obras están muertas, y que vaga a merced de los vientos del azar y de las corrientes del mar que bate y desgasta sus flancos, un hombre se precipita en el oleaje, que ninguna orilla parece limitar y en el que no aparece ningún auxiliar salvador. Retengamos este instintivo movimiento, inexplicable, por el cual el hombre parece condenarse a la perdición - y que le salva- y que era el único que podía salvarle. Es la inmersión en el océano sentimental.
A continuación de la inmersión, el delfín mítico y legendario ofrece al zambullido el tutelar abrigo de su lomo y el simbólico vehículo de sus potentes aletas. Esfinge del océano sentimental, conduce a la ψυχη que se ha confiado a él, hasta exponer su vida individual, hacia la tierra nueva. Allí está el auxilio celeste cuya esencia y causa conviene determinar y cuya acción conviene apreciar.
En esta nueva tierra, el hombre aborda y se reposa en la pérgola donde la hiedra y la viña unen sus follajes simbólicos. El régimen Noético de la viña promete al hombre regenerado la prosperidad espiritual; la hiedra le promete la inmortalidad y el conocimiento integral que adquiría el adepto de la antigüedad saliendo del Laberinto, que la Torre de hiedra terminaba y coronaba.
Aclaremos ahora el simbolismo explicando los gestos de los actores de este drama oculto.
Es el individuo, en todas las condiciones y con todas las imperfecciones restrictivas del individualismo, lo que representa el navío errante aislado en el Océano, sin límites visibles. El individuo ha forjado, alrededor de sí mismo, esta especie de balsa que le lleva, y que, al llevarlo, lo aísla; ya que es lo propio de la obra demiúrgica presentar bajo un barniz de utilidad y de necesidad las peores invenciones de la contingencia. Ciertamente, los impedimentos materiales de los que el hombre está así rodeado son obstáculos que su razón concibe, deplorables para su evolución; pero, por un espejismo de los más peligrosos, estos impedimentos constituyen, por su ensamblaje, el navío sin el cual la sentimentalidad personal siente que se hundiría en el océano y se perdería. Y esta es la explicación de la ardiente cabezonería con la que el hombre se ata instintivamente a las contingencias peyorativas del individuo, que toma por salvaguardas.
En el puente del navío, el espíritu humano, la ψυχη, va de aquí para allá, inquieto por el Océano que le rodea y lo arrastra, pero sintiendo también, y profundamente, que se desarraiga, se decapita y se suicida permaneciendo en el navío que lo aísla y que, aún preservándole de la caída inmediata, es incapaz, sin dirección y sin timón, de conducirlo al puerto deseado. Mucho más, este navío no puede más que retrasar el destino fatal, ya que, sacudido por la corriente, devorado poco a poco por el asalto de las olas, se ira pieza por pieza y se hundirá dicho día, llevando en su desastre, sin beneficio y sin gloria, a su lamentable pasajero. 
Después del naufragio, que los destinos infligen al alma contra su voluntad, naufragio que representa la muerte física, impacientemente soportada, y en consecuencia sufrida sin mérito, esta ψυχη , que no ha sabido desligarse a tiempo de las ataduras carnales, y que les ha tomado un apego anormal, corre a los restos informes y esparcidos del navío que antaño lo llevaba, y se agarra desesperadamente, reconociendo la inutilidad de este esfuerzo. Y así, en lugar de coordinarse con las leyes evolutivas, permanece en las “cáscaras” rotas de su precedente existencia, y se presenta de la forma más mediocre a sus inevitables destinos.
La ψυχη puede evitar esta penosa aventura de la “Carrera al Abismo” alrededor de impotentes restos, renunciando deliberadamente a las ventajas fácticas y a los inconvenientes reales del individualismo. Pero ¿Qué razón superior va a impulsar al alma humana a despreciar así, por un futuro más o menos azaroso y lejano, sus intereses aparentes más inmediatos?
Aquí es donde encontramos, pero invertida, la obra del Demiurgo, y su propio castigo incluido en germen en las consecuencias de su acción maléfica.
La ψυχη, rodeada de los artificios demiúrgicos, se dedica a la contemplación de las cosas exteriores, de los encantos de la naturaleza; y, sobre este motivo inferior, el elemento contemplativo toma posesión de ella. De la contemplación inmediata de las contingencias, la ψυχη remonta a la contemplación y a la búsqueda de las causas mediatas, segundas y primeras. Ahora bien, si la contemplación de la naturaleza no conmueve más que su sensibilidad más baja, sin la menor elevación de idea, las contemplaciones que siguen plantean puntos de interrogación cada vez más numerosos a medida que la contemplación se profundiza y avanza, y todos irresolubles. Con toda la apetencia de su estado, la ψυχη tiende hacia la claridad; le hace falta resolución de los problemas; le hace falta inevitablemente, expresamente, y, en este ardor incoercible de la luz, se precipita en el Océano desconocido, del que no sabe nada, salvo que él le dará la luz.
Igualmente el Demiurgo presenta a la ψυχη el espejo en que ella se refleja, y donde, siguiendo el mito simbólico de Narciso, adora su propia imagen, bajo el impulso de un egoísmo paroxismal. Pero de este mal sale un bien.
Este egoísmo se transmuta en amorosa apetencia de sí mismo y también de su semejante, lo que es el primero y el más bajo escalón del amor. Este amor, primero único y sexual, incluso, se trasforma en amor a la humanidad, que es altruista (el Cristo dijo: “Amaos los unos a los otros”) y finalmente en amor universal, que es correspondiente al estasis búdico (Buda ha dicho: “Que todos los seres sean felices”) Llegado a este grado supremo, la ψυχη se llena del único y triunfante deseo de comunicar con lo Universal, e intenta llegar a ello empleando el único medio que se le ofrece ahora, es decir operando voluntariamente la inmersión psíquica en el océano sentimental, símbolo excelente, aunque todavía tangible, del Infinito al que todo está destinado.
¿Qué es entonces este océano que está en el centro de todo el simbolismo y que representa a la vez el medio de destrucción del navío individual y el medio de evolución de la ψυχη?
Toda vibración material, todo el conjunto de los movimientos físicos, y de las sensaciones que despiertan, constituyen el océano sensual en el que hormiguea el instinto demiúrgico. Toda vibración espiritual, todo el conjunto de ideas primeras y de pensamientos que ellas causan constituyen el océano conceptual donde luce el Verbo divino. Es el más bajo grado, o el acto, y el más alto grado, o la esencia del Amor.
Todo lo que existe entre estos dos océanos constituye el océano sentimental, es decir el mar de las percepciones y los sentimientos con todos los efectos directos y reflejos, las consecuencias inmediatas y lejanas, es decir el medio natural del alma y el plan de trabajo y de ascesis de la humanidad colectiva.
La inmersión de la ψυχη en este océano es necesaria; ya que, y solamente entonces, se despoja de su sentimentalismo particular, abandona voluntariamente y para siempre su dominio individual y comunica con el sentimiento universal, es decir con esta totalidad de las percepciones hominales que debe conocer y experimentar para ser verdaderamente el Alma humana e ir hacia su evolución (1).
Por analogía, en el momento de zambullirse, el cuerpo humano que no se adhiere ya a la ψυχη más que por un lazo muy tenso, muy vago, y muy propio para romperse en el momento lógico en que convenga; el cuerpo, a su turno, se inclina hacia el océano sensual, que está en el plano inferior correspondiente, y sufre allí todas las sensaciones de la materia. Allí está el simbólico Descenso a los Infiernos, cuya remontada es tan difícil, pero que, cuando se realiza con éxito, es el comienzo de la ascesis bienhechora por donde se sale de la estasis humana.
Así en esta inmersión, la ψυχη encuentra el conocimiento y toma conciencia de su ardor. Escapada a su forma y entrada en la forma total, está preparada para salvarse ella misma, y con ella, todo el Universo. El sacrificio que ella hizo con su destino egoísta la hace digna de un destino más general, la hace capaz de resistir a la tentación material así como a las influencias sentimentales, y apela invisiblemente al medio de su liberación, es decir al Salvador que la sacará de los oleajes que ella ha desafiado.
Despersonalizada por la inmersión en el océano sentimental, la ψυχη de suerte resplandeciente y sintética, como salió Afrodita del seno de las aguas. ésta “mujer de mar”, simbolismo completo de la ψυχη regenerada, es la Maria, imagen de la perfección femenina, y también la Maia, síntesis de la ilusión que es todo el océano sentimental.
1. Este océano sentimental es el mar simbólico, Mar, Maria, Maia, donde se recogen y se encuentran las tradiciones hindúes, griegas, judaicas y cristianas.

Este principio hembra, exacerbado, purificado por su propio esfuerzo, merece el principio macho, la llamada y la necesidad. Helo aquí, venir bajo la forma del delfín, esfinge del mar, que,  provocado por la valentía y la emoción de Afrodita, le presta su poder, y forma con ella el principio doble, consciente en sí,  a quien resulta fácil la victoria  sobre todas las trampas.
Concordando con la remontada del mar sentimental, el ego espiritual desciende hacia la  ψυχη regenerada y, bajo esta forma de delfín, da la voluntad a su ardor, la potencia a su deseo, y la realización a su esperanza.
La una y la otra se dirigen hacia la orilla protectora,  abordan allí y encuentran la tierra nueva y la imagen del nuevo cielo hacia el que se dirigirán desde ahora. Bajo la pérgola que ensombrecían la hiedra y la viña, es  decir hacia la torre iniciática que coronaba el laberinto; son ahora libres y capaces de preparar su definitiva evolución.
En esta torre, el delfín y la ψυχη elaborarán su unión y van a hacerla perfecta. Desde ahora, se pondrán en marcha hacia el santuario, cuyas llaves tienen, gracias a su unificación; el ser unificado pasará así entre las columnas de la puerta cuyos nombres conoce; abrirá la puerta del Templo, y contemplará, sin comprenderla aún,  la Virgen de Luz, símbolo resplandeciente e inexplicado de la Divinidad.
Es atraída hacia ella por el Rayo divino emanado de ella, y que, individualizándose para él, en el tiempo en que él no era más que un alma humana, le dio el auxilio del delfín. Lazo misterioso e irrompible, ese rayo divino, que compone el ser y lo lleva a la puerta del Templo, sigue siendo  siempre y a pesar de todo parte integrante de la Virgen de Luz.
Así, la Virgen de Luz, que es todo lo que sabemos ahora de la Divinidad,  irradia en la espiritualidad de todos los seres, se presta a todas las almas, y es por eso que es también, siguiendo la vigorosa expresión del Aeropagita, que la aplicaba a Dios mismo- la Gran Prostituida, Océano espiritual de lo alto, con todos sus efluvios desliga a los seres del Océano sentimental de abajo. Hace precisamente el rol de la divinidad en todas las almas; y esta prostitución sagrada es verdaderamente la manifestación femenina del Cielo (Dios).
Pero, no olvidemos que esta manifestación no existe más que después de la inmersión de la ψυχη en el océano sentimental, y que, a continuación,  si es verdad  decir que Dios se manifiesta femeninamente en los planos del espíritu, es falso decir que Dios se manifiesta en sus obras. No hay manifestación de lo alto en las cosas de la naturaleza; no hay más que la obra del Demiurgo, obra maléfica, pero gracias al Cielo, obra finalmente inútil e ilusoria.

“Las enseñanzas secretas de la Gnose”   T SIMON  , T TEOFANO

EL SECRETO DE LA FLOR DE ORO

“El Libro Leng Yen dice: "Mediante la concentración de los pensamientos
se puede volar y se nacerá en el Cielo". El Cielo no es el extenso
cielo azul, sino el lugar donde la corporeidad es engendrada en la casa
de lo Creativo. Si se continúa en ello mucho tiempo, nace de manera
enteramente natural, aparte del cuerpo, otro cuerpo de espíritu.
La Flor de Oro es el Elixir de Vida (Gin Dan, literalmente Bola de
Oro, Píldora de Oro). Todas las mutaciones de la conciencia espiritual
dependen del corazón. Hay aquí un secreto hechizo que si bien
concuerda de manera por entero exacta, es sin embargo tan fluente que
tiene necesidad de extrema inteligencia y claridad, y extrema absorción
y tranquilidad. Sin esa extrema inteligencia y entendimiento máximo los
hombres no hallan el camino de la aplicación del hechizo, sin esa
sumersión y tranquilidad extremas no pueden tenerlo firme.
Esta sección explica el origen del Gran Sentido del mundo (Tao). El
Corazón Celestial es la raíz germinal del Gran Sentido. Si se es
capaz de estar enteramente tranquilo, el Corazón Celestial se hará
manifiesto por sí mismo. Si el sentimiento se agita y se exterioriza en
forma directa, nace el hombre como ser viviente primordial. Ese ser
viviente permanece desde la concepción hasta el nacimiento en el
verdadero espacio. Cuando el tono Uno de la individuación entra en
el nacimiento, la esencia y la vida son divididas en dos. A partir de
ese momento, si la tranquilidad máxima no es alcanzada, esencia y
vida no se vuelven a ver la una a la otra.
Por lo tanto se dice en el plan del Gran Polo: el Gran Uno abarca en
sí la verdadera fuerza (prana), la simiente, el espíritu, el animus y el
anima. Si los pensamientos están enteramente tranquilos, de modo
que se vea el Corazón Celestial, la inteligencia espiritual alcanza
por sí misma el origen. Esa esencia mora por cierto en el verdadero
espacio, pero el brillo de la Luz mora en ambos ojos. Por eso el
Maestro enseña el curso circular de la Luz, para alcanzar la
verdadera esencia. El espíritu primordial es justamente esencia y
vida, y cuando se acepta lo real en él, es justamente la fuerza
primordial. Y el Gran Sentido es justamente eso.
El Maestro se encuentra de aquí en adelante preocupado por que la
gente no equivoque el camino que conduce del obrar consciente al
no-obrar inconsciente. Por lo tanto, dice: La magia del Elixir de
Vida se sirve del obrar consciente para llegar al no-obrar inconsciente.
El obrar consciente consiste en poner la Luz en curso circular
mediante la reflexión, para que se haga manifiesta la liberación del
Cielo. Si nace entonces la verdadera simiente, y se aplica el método
correcto para fundirla y mezclarla y crear así el Elixir de vida,
entonces pasa uno a través del desfiladero; se forma el embrión, que
debe ser desarrollado mediante el Trabajo de calentar, nutrir, bañar
y lavar. Eso pasa al campo del no-obrar inconsciente. Todo un año
de ese período de fuego es necesario antes de que nazca el embrión,
se deshaga de la cáscara y pase del mundo común al santo.
Este método es enteramente simple y fácil. Pero hay en él tantos
estados mutantes y cambiantes que se dice: No se puede llegar ahí
de repente con un salto. Quien busca la vida eterna debe buscar el
lugar donde surge originalmente la esencia y la vida.

“El secreto de la flor de oro” C. G. JUNG

LA CASA DEL AMOR

Nosotros, los testigos del amor, somos cabeza y señorío
Los unos de los otros
Por la pureza del amor nos cuidamos los unos a los otros
Todos fuimos creados en la pre eternidad como un único espíritu
Y somos vida, corazón y alma, los unos de los otros
Lejos del “yo”  y del “tu”
Somos enamorados, Amados, compañeros, los unos de los otros
No hay lugar para extraños en nuestra intimidad
Nos apegamos y nos consolamos los unos a los otros
Las milicias del ego se espantan de nosotros
Soldados y caudillos, los unos de los otros
No necesita nuestra pena medicina ni médico
Somos los sanadores y el remedio, los unos de los otros
Si llamas a cualquiera todos te responderán, “si”
Compartimos un nombre, un aliento, una meta, los unos y los otros
Nuestro sitio es la casa del amor, llena de canto y de fervor
Somos voz, instrumento y poema, los unos de los otros

Nurbakhsh

HIMNO A LA CREACIÓN ETERNA

(de "El Milagro Egipcio" de R. Schwaller de Lubicz)

Esto es lo que se dice del Hombre finito de la tierra y del Hombre infinito.
Cuando el Hombre se hubo mirado y se vio en Ella, experimentó alegría al reconocerse y esta fue su mayor alegría.
Y el Hombre se amó en Ella y dijo: “Yo soy”
Desde ese tiempo todas las contradicciones están en él y toda cosa se escinde en dos aspectos que le aparecen.
Y el Si y el No habitan su corazón y su cabeza.
Cuando sube se ve caer.
Cuando crece se ve humillado.
Cuando da, se ve empobrecido.
Cuando adora, piensa en blasfemar.
Cuando ama, ve el odio.
Cuando posee, se vuelve celoso.
Cuando busca lo Bello, mide la fealdad.
Cuando encuentra el Bien, comprende el Mal.
Cuando busca a Dios, descubre al Hombre.
Cuando nace, prepara su muerte.

Sufre naciendo, se alegra en la Vida y la Muerte es su espanto.
Pero se ha dicho al Hombre: “Poseerás la tierra” y quiere poseer la tierra, y su alegría es poseer y dominar.
Se ha dicho a la mujer: “Serás poseída”, pero la mujer se revuelve y su alegría es seducir para poseer.
El hombre en su obediencia, hace nacer la envidia y la humillación.
La mujer en su desobediencia, parte de la envidia y de su humildad.
Y el Hombre, hijo de la mujer, dice: “Yo soy”, y la mujer mostrando a su hijo dice: “Yo soy”:
Estos son los hombres a los cuales pertenece la Tierra, y que le pertenecen, y serán tanto tiempo como esta Tierra que es su mundo.
Ahora bien, se ha dicho que en medio del jardín Edén hay un árbol, cuyos frutos hacían inmortales  a los hombres que comían de él, después de haberse visto en Ella.
Este árbol es sembrado el primer día de la Creación y da fruto en tres días. Este fruto no madura más que en la Luz invisible y lleva la Luz divina que es su carne.
Cuando viene la niebla oscura que humedece y disuelve toda simiente, entonces el fruto del árbol central muere como toda simiente, y cuando la niebla se espesa en el valle, nace una nueva tierra y, de esta tierra, un hombre a imagen del Todo…. Pero la Tierra residual del otro no está en él.
Este hombre igualmente se aniquila en la contemplación de sí mismo y cuando a la luz del día su cuerpo se despierta, sus sentidos contemplan la belleza de su otro sí-mismo y es aterrorizado.
Y le dice a Ella: “Vete por tu camino ya que es en ti donde voy a morir antes de haber nacido en la Tierra”
Y su cuerpo queda aniquilado y su alma queda en contemplación del Si todavía tres días.
Entonces antes de que venga una noche se despierta, mira al Sol de la Tierra y este desciende a las Tinieblas.
El HOMBRE eterno es, habiendo muerto antes de nacer en la Tierra.
Él dice: “Yo soy la Vida”
 Y Ella le mira y pregunta: “¿Quién soy yo?”
Él responde: “Tu eres la apariencia. Pero si quieres también renunciar a la apariencia serás también la Vida. Y serás, en ti, la Vida, como yo. Y, en cada uno de nosotros el alma unida de cada uno vivirá eternamente; y ella será conocedora. Y todo morirá, pero toda “alma unida” vivirá ya que es vida eterna, Luz sin sombra.”
 Y el Hombre eterno, aniquilado en la contemplación de la Luz, es uno en cada uno. Y es su mayor alegría, ya que ninguna contradicción subsiste.
Y el Sí habita su corazón y el No habita su cabeza y es el corazón quien manda.
Su cabeza dice No y quiere, su corazón dice Si y no quiere.
Y no quiere subir ya que está en la cima.
Y no quiere crecer ya que es el más grande.
Y no quiere dar ya que es el don radiante.
Y no quiere adorar ya que es adoración.
Y no quiere amar ya que trasmuta todo en él.
Y no quiere poseer ya que es Todo.
E ignora lo Bello ya que es la Belleza.
Y no busca a Dios ya que Dios está en ÉL.
Y no puede morir ya que ha muerto antes de nacer.
Y dice: “Que es Yo” y conoce todo, pero ignora el Yo.
Y los hombres duales dicen; “¿Quién es ese que pasa. Y se burla de todos y de nosotros?”
Pero el pasa y se da.
Y los hombres duales dicen: “Odiémosle”, pero no pueden odiarlo, entonces lo olvidan.
Solo los animales van a él y sus ojos tristes irradian confianza.

DANDO VIDA A LA MUJER

(Capitulo quince de "La Maquina Biológica Humana" de E.J. Gold)

Si seguimos a la máquina como un amante cuando fija inexorablemente la mirada en su Amada, lleno de asombro, éxtasis y gratitud, la máquina cobrará vida, despertándose y respondiendo al poder de la adoración con una profunda emoción, que nos conducirá, a cambio, a nuestra propia trasformación.
Ya hemos establecido que para que la máquina biológica humana sea funcional como un aparato de trasformación debe estar en el estado de despertar, y que sólo en el estado de despertar se puede activar esta función.
¿Cómo podemos producir intencionadamente el estado de despertar cuando queramos, y al mismo tiempo saber definitivamente que realmente lo hemos logrado?
Empecemos considerando la relación entre la máquina y el yo esencial como aparecería en el trabajo. ¿Cuáles son las condiciones de esta  aparición?
Quizás nos podría ayudar con este asunto un paralelismo con las relaciones humanas, ya que en ellas, podemos observar un proceso semejante.
Si miramos la relación entre un hombre y una mujer y nos preguntamos qué es lo que realmente quiere una mujer de un hombre, la respuesta es evidente.
Una mujer quiere que la completa, total y categórica atención del hombre sea puesta absolutamente sobre ella. Ella quiere bañarse en esa atención, sumergirse en ella, y cuando sea capaz de recibirla de un hombre, ella a cambio responde con la adoración.
Realmente  no quiere nada más de él, y todo lo que hace- desde las sesiones cosméticas y el tener hijos hasta acompañarle a la plaza de toros o sentarse de forma desconsolada debajo de una manta en un partido de fútbol- sirve a este propósito. Hará cualquier cosa que sea necesaria para obtener esta atención y cuanto más profunda sea la atención y más centrada en ella misma, mejor será.
¿Para qué otra razón supones que invierte muchas horas durante la mayoría de su juventud, aprendiendo una variedad de pasos y posturas exóticas que siente que hará que  parezca única e interesante?
¿Por qué  pasa horas ante el espejo entrenando a su máquina a sonreír, a fruncir el entrecejo, a hablar con una variedad de tonos que expresan un gran repertorio de estados de ánimo?
¿Por qué aprende a manipular su boca y ojos de forma teatral?
¿Por qué se cubre la cara y el cuerpo, frotándolos con máscaras de barro y cosméticos, aguanta tratamientos químicos en su pelo, pasa horas en el secador de pelo, invierte horas y horas depilándose, haciéndose la manicura y la pedicura, rizándose las pestañas y arreglándose el peinado?
La vida de actriz no le es innata; pero sabe que mediante estos artificios casi seguramente será capaz de atraer y absorber la atención de un hombre, al menos temporalmente mientras sigue poseyendo lo que fuera que pescó su errante atención y sabe que él seguirá respondiéndole incluso aunque se da cuenta de forma intelectual de que ella ha producido el brillo y la llamarada que ha llamado su atención, y él mantendrá su atención fijada por el momento.
Y si esto es lo que realmente quiere una mujer, ¿qué es lo que quiere un hombre?
Él quiere que su atención sea libre para vagar dondequiera que vaya. Quiere ser divertido y entretenido. Su atención es dispersa y mudable. Es casi como si los dos sexos fueran especies totalmente diferentes, cada uno el contrario del otro.
Para anticipar las muchas direcciones que su atención tomará, una mujer se acomodará a sus intereses cuando de repente cambian de rumbo y dirección.
Si a él le interesan los ordenadores, de forma inexplicable ella desarrollará un interés en ellos incluso aunque nunca hubiera mostrado interés antes. Si a él le interesa la ciencia, ella también encontrará alguna manera de interesarse y serle útil para que pueda aparecer en su campo de atención mientras persigue su fascinación momentánea.
Una mujer que realmente es una mujer quiere esta atención, y hará absolutamente de todo, no importa lo degradante, depravado o reticente para sus propios intereses que sea, para reunir la dispersa atención de su hombre y atraerla hacia ella. Desde luego, puede que se rinda totalmente y persiga sus propios intereses si es incapaz de obtener esta atención de un hombre con estos artificios.
Pero si tiene algún  éxito en este juego, permanecerá interesada en una cosa y sólo en una cosa; una relación completa y profunda. Ella quiere ser alcanzada, conmovida, colmada.
Colmada es una palabra muy débil que en realidad no puede expresar la intensa angustia que caracteriza la experiencia de una mujer en sus relaciones con el hombre, y las palabras solas no pueden hacer justicia a los sentimientos profundos de vacío  y desilusión que le acosan.
Profundamente, con todo su corazón, desea ser encontrada y  conocida.
Así que cada mujer ha aprendido a llegar a ser simplemente otra atracción reluciente más, esperando que algún día la atención de un hombre  caerá sobre ella, calentando su corazón y bañándola con la intensa radiación de la total adoración.
Rara vez sucede que un hombre recibe el mensaje y muchas mujeres, aunque dotadas e inteligentes han sentido la necesidad de recurrir a varias formas de fascinación personal para ganar- o robar- la atención de un hombre. La fascinación parecía ser su último recurso.
Fascinar significa no sólo hechizar, encantar, cautivar, sino también inmovilizar, captar la atención de alguien siendo muy interesante o encantador, o incluso, fastidioso, malicioso, contumaz o enfermo de forma congénita. Cualquier cosa que compela la atención puede ser un método, y cuando fracasa todo lo seductivo, entonces no queda nada excepto los tristes, lastimeros y amargos mecanismos de la neurosis, la enfermedad psicosomática y las pequeñas tragedias personales, que son las armas corrientes del ama de casa contemporánea. Seductores o fastidiosos, ambos mecanismos sirven para la misma función.
Una mujer sabe de forma instintiva que su vida puede ser completada a través de un hombre; pero puede que no sea consciente de que esto nunca se puede lograr a través de una relación normal con un hombre.
Sabe que de algún modo, algo inusual debe ocurrir; pero qué podría ser esto exactamente se le escapa, y su búsqueda entre los hombres en la vida ordinaria está condenada a terminar en fracaso.
No sabe cómo conseguir su atención real; pero sin el Trabajo, incluso aunque pudiera obtenerla y guardarla, no sabría en realidad qué hacer con esta atención.
 No sabe, y en el trascurso de la vida ordinaria no puede saber;  que lo que ella quiere de un hombre sólo se puede obtener a través del proceso de iniciación y trasformación mutua.
 Un hombre en general es aún más ignorante que ella sobre este asunto, porque sus intereses se encuentran completamente fuera del dominio de las relaciones profundas. Todo lo que él sabe es que quiere un juguete nuevo, y entonces, cuando por fin lo consigue, se cansa rápidamente de él y ya no quiere ese juguete… entonces quiere otro juguete y luego otro.
Con tal de que su atención siga su incesante e inquietante correteo, nunca puede ser iniciado.
¿Cómo se unen estos dos no relacionadas pero mutuamente recíprocas especies?
¿Debería ella decirle al hombre: Pon la totalidad de tu atención en mí. Así es cómo puedes lograr lo que persigues. Sé lo que persigues. Estate conmigo, totalmente conmigo, no quites tu atención de mí ni por un instante”
“Ábrete camino por mi laberinto de amor y búscame. Si me encuentras, encontrarás lo que buscas, lo que llevas persiguiendo toda tu vida.
?

Si una mujer realmente se lo dijera a un hombre, ¡su cuerpo haría un agujero en la pared que correspondería exactamente a su forma momentánea mientras se lanza por la pared, porque no podía abrir la puerta lo suficientemente rápido!
¿Cómo puede una mujer convencer a un hombre de que mediante esta mutua y recíproca iniciación se puede lograr algo auténtico; que la iniciación no está en algún lugar allí fuera, que ni siquiera está en un sitio profundo dentro de él,  sino que está dentro de ella?

Este ha sido el dilema de las mujeres durante decenas de miles de años; cómo comunicarle a un hombre lo que una mujer intuye profundamente sobre el proceso de la iniciación mutua sin causar que su ego se fragmente de forma inesperada.
Sin embargo, una mujer está dispuesta a sentarse y esperar, con mucha paciencia durante años, a que un hombre se desarrolle desde el estado de inquieta actividad, parloteo y excitación, a un estado de tranquilidad donde simplemente es capaz de sentarse y estar con ella; su atención detiene su divagación impaciente y cae completa y totalmente en ella.
Un hombre puede llegar a ser, si está dispuesto a hacer el sacrificio,  un tipo especial de combustible alquímico para consumirse en el calentamiento de la matriz de una mujer, su corazón de iniciación, y en el proceso de su aniquilación, él es totalmente consumido, aniquilado, mientras la mujer cobra vida.
Sólo cuando ella cobra vida, es capaz de resucitarle a él. Como Osiris, debe fiarse de su Isis, ofreciéndose de forma altruista como el combustible de su fuego interno, totalmente y sin vacilar, sin la más mínima consideración por él mismo, de la misma manera en que una madre se sacrificará por el bien de sus hijos.
Un hombre debe aprender de una mujer esa adoración conmovedora que hace que una mujer quiera dedicarse a un hombre sin preocuparse por ella misma.
Una mujer sabe colocar toda su atención en un hombre. Instintivamente sabe seguir sus estados de ánimo y sus humores. Siempre está allí, siempre con él. Sabe lo que necesita. Sabe lo que siente. Conoce su corazón mejor que él mismo.
Ha aprendido a leerlo como un libro. Conoce sus movimientos, sus posturas, su voz, sus entonaciones y expresiones faciales, su respiración.
Incluso el detalle más pequeño le revela algo, y es capaz de seguirlo y estar allí con él.
Por otro lado, un hombre no suele tener consciencia de los cambios de una mujer. no ve y no puede sentir  sus estados de ánimo internos y sus movimientos externos; no sabe ni seguirle ni leerla, y de todos modos a él no le importa; su opinión es que ella debe seguirle a él y no él a ella.
 Pero si desea iniciarse, debe seguirle a ella en todo. Si ella pestañea, él debe pestañear. Si ella está contenta, él también lo debe estar. Si ella está triste, él también lo debería estar. Mientras sus estados de ánimo se derriten el uno en el otro, él  debe ir donde ella va, y hacer lo que hace, sin retrasarse, siempre simultáneamente.
Debe perder su respiración, su corazón, su mente para ella, pegarse a ella, seguirle, unirse con ella; moverse como una persona, respirar como una persona, pensar como una persona, sentir como una persona, sensar como una persona; igual que ella lo hace de forma instintiva. Debe aprender el secreto básico de la mujer-“ vayas donde vayas, allí también iré yo”.
Mientras un hombre elija las imaginarias independencias exteriores, está eligiendo la vida del ganado, condenado a vagabundear de una atracción reluciente a otra. Ójala un hombre pudiera usar su total atención….¡entregarse como una mujer sabe entregarse!
Fundamentalmente, para que un hombre logre lo que realmente quiere lograr, debe aprender de una mujer a ser una mujer, y al mismo tiempo, guardar su salud mental cuando se pierda su identificación de género y descubra realmente qué es una mujer.
Si una mujer espera lograr su propia realización, debe encontrar un hombre real que esté dispuesto a penetrar en estos profundos secretos internos de una mujer para conseguir la auténtica profundidad de una relación. Tal clase de hombre se llama alquimista.
Compadécete de una mujer; ella no puede contar lo que sabe; para proteger la vanidad frágil de él, debe parecer pasiva, debe esperar, debe ser muy cautelosa. No debe asustar a su hombre.
Sólo debe revelarse cuando él en realidad haya encontrado su camino a través del laberinto y llegue a su cámara. Para este momento, él habrá perdido mucho de lo que se imaginó que era como un hombre; el fuego habrá quemado su orgullo de género, y será capaz de enfrentarse a él   y a ella como dos caras de la misma moneda. Éste es el auténtico viaje que nos convoca.
Ahora bien, de la misma manera, si pudiéramos ver la máquina biológica humana como una mujer, como nuestra iniciadora, nuestra verdadera maestra, y si efectivamente pudiéramos colocar totalmente nuestra inquieta y errante atención sobre ella, la máquina cobraría vida, igual que una mujer cobra vida cuando la atención de un hombre se centra sobre ella completamente, absolutamente, firmemente.
El yo esencial es indocto. Si se deja sólo, permanecerá pasivo y no hará nada. Simplemente seguirá existiendo, aguardando pacientemente.
La máquina proporciona la motivación para trabajar. Entiende la necesidad de trabajar. A pesar de su voluntad para permanecer dormida, también anhela servir a un propósito mayor.
Puede que nos sorprenda descubrir que en realidad es la máquina la que busca una escuela. El yo esencial está demasiado desinteresado, demasiado complaciente, para tener semejantes preocupaciones.
En la vida normal la máquina se comporta de forma extraña. A medida que vayamos estudiando sus patrones de comportamiento, descubriremos que estas peculiaridades son señales de enfado y frustración.
Cae en la persecución de lo trivial porque rara vez la dejamos llevar a cabo su función objetiva.
Mientras estas trasformaciones tienen lugar, la máquina también sufrirá una serie de cambios.
Pero estos cambios no son interferencias artificiales del comportamiento o condicionamiento de la máquina. No debemos alterarlos por miedo a dar  marcha atrás en el proceso de trasformación.
Si interferimos incluso lo más mínimo, podríamos destruir sus propiedades y capacidades como aparato de trasformación. En nuestra observación de la máquina no debemos ser ni justicieros ni criticones; debemos esforzarnos para lograr la imparcialidad y la objetividad.
No trabajamos para cambiar la máquina. No debe cambiarse artificialmente si esperamos beneficiarnos de su potencial trasformador. Debemos percatarnos de que al cambiar discretamente la máquina, alteraríamos, sin que nos diésemos cuenta, los mismos factores que hacen posible la trasformación.
Esto es exactamente lo contrario de los métodos para el realce personal.
Mientras empezamos nuestro trabajo, la relación que existe entre el yo esencial y la máquina es algo remota y combativa.
La única voluntad que podemos ejercer sobre la máquina es la voluntad de atención; pero esta voluntad es débil, y por lo tanto estamos seducidos continuamente para entrar en la identificación con el sueño de la máquina.
En el trascurso normal de la vida, aprendemos a querer atención, pero  no a darla. Hacemos  suposiciones básicas sobre nosotros mismos, que con el tiempo se convierten en creencias empedernidas. Si la máquina no corresponde a nuestras creencias sobre nosotros mismos, nos mentimos, reduciendo nuestra atención a la máquina aún más.
Nuestro tiempo es limitado, sólo tenemos una cierta cantidad de tiempo a nuestra disposición, no tenemos toda nuestra vida. Antes de que empiece la trasformación, debemos usar nuestra atención para estudiar el proceso de trasformación y los métodos para el despertar de la máquina.
Además debemos estudiar métodos de usar la atención para despertar la máquina, métodos del incesante desarrollo de atención, y después, de algún modo, desarrollar la voluntad para realmente poner la atención en la máquina.
Normalmente no tenemos la voluntad para poner nuestra atención de forma incesante en la máquina. Se precisa una cierta intensidad de atención para conseguir cualquier resultado.
Para obtener esa intensidad de atención debemos proporcionarnos una fuente de fuerza exterior, podemos pedir prestada la voluntad para poner nuestra total atención en la máquina, añadiéndole algo.
Esta fuerza adicional que nos da la voluntad suplementaria, necesaria para fijar nuestra atención en la máquina, se llama adoración.
La adoración es un integrante emocional; pero no es la emoción de la máquina. Es una emoción superior que se puede despertar en el yo esencial.
Sin embargo, esto implica que el centro emocional es totalmente funcional, no la caricatura que normalmente tomamos por nuestro verdadero centro emocional, es decir, que no son reverberaciones que emanan del centro mental.
En otras palabras, antes de llevar la máquina a la vida, debemos haber llevado a la vida el único centro que normalmente está muerto en cada ser humano, el centro emocional.
Suponemos que el yo esencial, debido a que es algo espiritual, está dotado con poderes especiales superiores, y es capaz de muchas cosas maravillosas. Pero el hecho es que el yo esencial en su estado actual está bastante limitado. Sólo tiene dos características; la presencia y la habilidad de poner y fijar su atención.
Si podemos hacer que la atención detenga su correteo inquieto, y al mismo tiempo supere nuestra propia complacencia sobre nuestra situación en relación a nuestra posible evolución, podríamos aprender a usar la máquina como un aparato de trasformación.
Poniendo intencionadamente nuestra incesante atención directamente en la máquina, y siguiendo cada movimiento suyo con la intensidad emocional de la adoración, desarrollaremos una relación profunda con la máquina.
Debemos aprender a observar de forma cariñosa no sólo las actividades obvias del centro motor, sino también sus estados de ánimo, pensamientos, preferencias y actitudes, sus cualidades y debilidades, lo que nos enorgullece, y lo que preferimos desconsiderar.
En realidad, ¿cómo podremos observar la máquina bajo nuestra fija mirada de incesante atención si no amamos lo que observamos? ¿Cómo siquiera nos acordaremos de mantener la máquina bajo nuestra total atención si no nos quedamos fascinados ante la máquina, llenos de gratitud hacia cada movimiento suyo, llenos de asombro y éxtasis?
Debemos seguir a la máquina, como un amante fija su mirada en su Amada, arraigar totalmente nuestra atención sobre la máquina y no dejar que se vaya de ahí. Debemos obtener, y de forma muy clara, vislumbres de esa parte de la máquina que es perezosa y que no  está dispuesta a trabajar, y gradualmente separarnos de ella, trabajar nuestro camino para salir de su influencia.
Si entendemos cómo la adoración de la mujer la lleva a la vida, entonces entenderemos cómo usar la adoración para enfocar nuestra atención en la máquina y llevarla a la vida de la misma manera.
La simple atención es mental; pero la adoración es una función del yo esencial. La adoración es mucho más potente.
Obviamente, cuando hablamos de la adoración de la máquina, no nos referimos a algo romántico y  lleno de tontuna. Nuestra intención es envolver la máquina en el intenso estado de ánimo de la adoración igual que lo sentiríamos naturalmente hacia un/a amante en el sentido normal.
En ciertas escuelas, a veces se dan a los alumnos demostraciones propuestas como analogías a la técnica de despertar la máquina llamada viento y agua,  es decir, la presión inexorable de la atención incesante sobre la máquina.
Algunas de estas demostraciones han tenido el desgraciado destino de ser distorsionadas y enajenadas de sus significados y propósitos originales, y ya no sirven a su correcta función, coo tan a menudo pasa con las herramientas, métodos e ideas de las enseñanzas.
Una herramienta tal es una campana que se usa en las escuelas budistas tibetanas. Se llama la campana del Dharma, la campana de la enseñanza.
Deberíamos tomar especial nota de que se llama la campana del Dharma- la enseñanza- y no la campana de la Sangha- la comunidad de trabajo- ni la campana del Buda- el maestro, porque es una demostración del método definido.
Cuando se frota el borde de la campana, empieza una vibración, y una vez que la campana esté vibrando con su total tono y resonancia, debemos continuar frotando el borde del cuenco sin interrumpir la vibración si deseamos que siga vibrando.
Si no tenemos cuidado, si estamos desatentos o vacilantes, romperemos el flujo y la resonancia cesará. Entonces debemos volver a empezar. Debemos continuar con este ejercicio hasta que seamos capaces de hacer sonar la campana y hacer que siga sonando indefinidamente.
Si perdemos la vibración, debemos llevar cuidadosa y lentamente la campana tibetana a través de una definida barrera, un borde de vibración, antes de que produzca una vez más el pleno sonido. No es fácil hacer que el cuenco realmente cante, y así como el despertar de una mujer requiere paciencia y sutileza.
Otra demostración que usan las escuelas para visualizar el proceso de llevar la máquina a la vida es el Shakuhachi japonés. El Shakuhachi es un tipo de flauta. Se puede hacer de bambú, madera de palisandro, arce, caoba, o incluso de plástico.
La más fácil de tocar de todas es la flauta de plástico, y su sonido es perfectamente adecuado para la música normal y corriente. Sin embargo, el auténtico Shakuhachi es un mecanismo de enseñanza y es difícil de tocar.
El Shakuhachi de bambú con la base de raíz es el verdadero instrumento de enseñanza porque sólo la perfecta respiración sin esfuerzo y la total atención no mental- lo que llamamos la pura presencia  e incesante atención impulsada por la emoción superior esencial de la adoración- producirá en la flauta un sonido vibrante y melodioso.
El Shakuhachi enseña cómo respirar de forma perfecta, cómo exhalar nuestro último aliento en la flauta, como si ofreciéramos nuestro aliento final a la muerte, el amante elemental.
Todos estos aparatos son ejemplos vivos de la calidad y elevado nivel de la vibración de una máquina despierta.
Todos ilustran que la máquina despierta requiere constante atención y presencia, con una presión inexorable pero suave, impulsada por la fuerza sutil de la adoración.
Aprendemos de la campana tibetana, y del Shakuhachi que la máquina volverá a la muerte- caerá en el sueño- en el preciso momento en que la atención, que la ha llevado a la vida, falle o se retire, incluso momentáneamente.
Si adoramos a la máquina conscientemente, responderá por reflejo a nuestra adoración con una profunda emoción superior. Esta emoción superior con que la máquina responde a nuestra adoración produce nuestra propia trasformación.

"La Maquina Biológica Humana" de E.J. Gold


Las emociones deben ser como los árboles. Deben levantarse verticales y abrirse
hacia el cielo, en innúmeras manos, como las ramas de los árboles, en donde haya
pájaros que canten y nidos que prometan nuevas primaveras. Este es el quinto camino
de la realización: a través de la emoción, la emoción alta que se siente en presencia de
una obra de arte o de nuestros seres queridos. Hay que elevar el alma, levantar el ánimo,
tener emoción no solo para las cosas de abajo, sino también para las de arriba.
Todos los árboles necesitan raíces, pero las raíces se justifican por los troncos
verticales y las ramas. Si los árboles no tuviesen troncos verticales y ramas, y pájaros, y
frutos, y flores, ¿de qué nos servirían? Un árbol sería solamente un trozo de materia
hundido en el suelo. Y estamos cansados de trozos de materia hundidos en el suelo.
Queremos levantar nuestras emociones. Queremos volver a emocionarnos con la
amistad, con el amor, con el heroísmo, con la lealtad. Queremos sentimientos de verdad,
al estilo platónico, que sean capaces de darlo todo y no pedir nada. Ese sería el quinto
camino.

"Los siete caminos de la realización espiritual" Jorge Ángel Livraga

LA LUZ CRUCIFICADA

(de "La Biblia Restituida")

En la verdad del Mito, las Bodas son una perpetua renovación, ya que la Esposa no es otra que nuestra psique, y el Esposo es la energía cósmica que la fecunda cuando ha muerto por intermitencia  a ella misma y vuelve a ser virgen y nueva, siempre presente en el instante que surge.
La chispa que la atraviesa entonces, puede o no llevar su fruto; este “hijo” no tiene ninguna atadura con la psique, y ella jamás es madre, es siempre esposa y no conoce sus propias obras.
Su hijo innombrable no nace; resucita y desaparece enseguida en el seno de la vida cósmica, del “Padre” que lo ha engendrado. Nadie lo ve, ya que no tiene cuerpo, pero cada uno puede ver su rastro y sus obras, ya que está por todas partes.
Este Conocimiento como mito ha tenido su rol en el pasado. Hoy el mito debe morir y clasificarse en las mitologías.
Nada puede justificar que abordemos el problema del Conocimiento mediante el  lado  malo de su símbolos, de sus arquetipos, del inconsciente individual o colectivo, de un retorno al pasado, ya que el Conocimiento es inmediato; es nuestra propia madurez.
La crucifixión desde ese momento encuentra su verdadero sentido; lejos de ser un suplicio y una muerte, es un estado de reposo; es, a la vez, la separación y la unión del mundo invisible del Alef y del mundo materializante de Yod. Es la vida intensa, inmóvil en apariencia, de vibraciones demasiado rápidas para ser percibidas.
La verdadera cruz está viva. No está en ninguna parte tan bien descrita como en la grafía del Alef. Su línea sinuosa en diagonal es el elemento viviente primordial. Esta forma está confirmada por la investigación científica; la vida orgánica nace cuando, en una cristalización, un elemento atraviesa  la simetría y la rompe. En el Alef esta línea trasversal es golpeada con un martillo en su parte superior (es la pulsación del mundo invisible) y posee una pierna en su parte inferior (es la evolución en marcha).
Esta grafía representa el Alef tal como es, y tal como no es. No se debe jamás olvidar que es impensable. Pensar una representación, un símbolo, no es darle vida. Desde el momento en que se imagina la cruz en marcha, se fija en su aspecto más conocido; una línea vertical cortada por una horizontal a una altura que sugiere un hombre, con los brazos extendidos. La imaginación hace el resto; clava allí un dios y lo inmoviliza en un seudo acontecimiento histórico.
Se puede definir la enseñanza gnóstica como el rechazo de esas proyecciones materializantes. La Gnose ha explorado siempre el misterio de la vida interior, y rechazado la enseñanza canónica, según la cual esta vida puede ser vivida por medio de un mito objetivo.
Según la Gnose, en consecuencia, la crucifixión existe y no existe, ha tenido lugar y no ha tenido lugar, se perpetúa y escapa a la duración.
No elegiría más que un ejemplo de estos escritos misticos. Tengo a la vista el texto escrito en inglés por G R S Mead de un fragmento de los “Hechos de Juan” compilados y redactados por Leucius,  de sobrenombre Charinus, probablemente hacia el año 130. Traduciré libremente algunos fragmentos que pueden interesarnos por el hecho de que son semejantes a otros escritos gnósticos.
El texto se atribuye a Juan. Es la continuación al relato de un Misterio cantado y danzado  por Jesús y los suyos.  A continuación en el momento de la crucifixión, los apóstoles huyen cada uno por su lado. En cuanto a Juan, no pudiendo soportar la vista del suplicio, corre llorando a refugiarse en  el Monte de los Olivos.
En una caverna, el Maestro se le aparece: “Juan, le dice, para la multitud de allí abajo, en Jerusalem,  me están crucificando, me traspasan con lanzas y espinas  y  me dan a beber vinagre y hiel. Ahora te hablo, escucha lo que tengo que decirte.”
 Habiendo hablado así el Maestro le muestra, levantada, una cruz de luz, alrededor de la cruz una gran multitud, y en la cruz, una multitud sin forma.
Juan percibe al Maestro encima de la cruz. No tiene forma pero habla.
 “Esta cruz, le dice,  tiene muchos nombres para los hombres;  Logos, Espíritu, Jesús, Cristo, Sendero, Pan, Simiente, Resurrección, Hijo, Padre, Vida, Verdad, Fe, Gracia…..Pero en verdad es la delimitación de cada cosa, la necesidad de distinguir lo que está fijo de lo que es inestable.”
 El Maestro desarrolla a continuación ampliamente el sentido multiple de la cruz. Igualmente que es Sabiduría en armonía, están los de la Derecha y los de la Izquierda (potencias, autoridades, principados, demonios, energías, amenazas, cóleras) y están también las raíces profundas de donde salen todas las cosas en génesis. La cruz es un rayo que separa y aglomera a la vez lo que procede del movimiento de la existencia y lo que no está en génesis.
“Esta cruz-  añade el Maestro- no es la que verás cuando desciendas aquí; ni yo soy el que está sobre esta cruz, yo a quien tu no ves en este momento, pero cuya voz escuchas.
“Me han  tomado por lo que no soy, no siendo lo que he sido, para otros  distintos de ti.En verdad, me dan otros nombres, abyectos e indignos de mi. No ven el lugar de mi reposo y no hablan de él. Con mayor razón no me ven ni hablan de mi, que soy el Señor de este lugar.”
“La multitud que  ves alrededor de la cruz de luz es una de las apariencias de la Naturaleza inferior. En cuanto a la multitud que está en el interior de la cruz, si no tiene forma, es porque todos los miembros de Aquel que ha descendido no están aún reunidos.”
“Pero tu que ahora me escuchas,  te convertirás en la naturaleza superior, la raza que responde a la llamada de mi voz, cuando la haya tomado conmigo. Entonces no será ya la que es actualmente.
“Mientras  no te digas mío, yo no seré lo que soy. Pero si me escuchas, serás, al escucharme, tal como yo soy cuando tu eres tal como yo soy conmigo mismo. “
“No prestes atención al gran número y no te preocupes de los que están privados del misterio. Debes saber que yo estoy totalmente con el Padre y el Padre conmigo.

“Yo no he sufrido entonces de ninguna manera lo que se dice de mi. Esta pasión y todo lo que te he mostrado  danzándola, quiero que se llame un misterio.
Lo que tu eres, tu lo ves. Es lo que te he mostrado. Pero lo que yo soy solo yo lo se  y ningún otro.
“Esto entonces, que es mío, sufre que yo lo guarde; pero lo que es tuyo, míralo a través de mi. Verme tal como yo soy realmente, he dicho que esto no es posible; no puedes ver más que lo que tu reconoces como cercano a mí.
“Tu has escuchado que he sufrido; sin embargo yo no he sufrido;  que no he sufrido y he sufrido sin embargo; que he sido traspasado, pero yo no he sido golpeado; que he sido clavado, que mi sangre se ha derramado, y no se ha derramado. En verdad, lo que se dice de mi no me ha sucedido y las cosas que no se dicen han sido mi sufrimiento.
“Comprende entonces, en mi, el asesinato de un Verbo (Logos), la perforación de un Verbo, la sangre de un Verbo, la herida de un Verbo, un Verbo colgado, un Verbo clavado, la Pasión de un Verbo, la muerte de un Verbo.
“Y así yo hablo separando al hombre. Comprende primero el Verbo, después comprenderás al Señor, y en tercer lugar, solamente comprenderás al hombre y lo que ha sufrido.
“Y habiendo dicho estas cosas- concluye Juan- y otras que no sé decirlas tal como las ha dicho, fue elevado, y nadie en la multitud se dio cuenta.
“Y cuando volví  a bajar, me burlaba de ellos cuando me decían lo que  le habían hecho, ya que yo poseía firmemente en mi mismo esta única verdad, que el Señor había puesto estas cosas en obra simbólicamente, según su dispensación, para la conversión y la salvación de los hombres.
 Concluimos nosotros, en el lenguaje de nuesta época. Con la cruz hemos llegado a un símbolo de síntesis, donde todos los símbolos que hemos visto hasta aquí, después de haber recorrido vastos ciclos y sufrido numerosas metamorfosis, se superponen y, por este hecho desaparecen de la forma, como desaparecen los colores del espectro, cuando, concentrándose en un punto, restituyen la luz incolora.
La cruz separa y elabora en una unidad el mundo de Alef y el de Yod, las “aguas de lo alto” y las “aguas de abajo”, las “tinieblas” y la “luz”, el Alef y el Reisch, y, en el hombre, el contenido y el continente, lo intemporal y la psique.
La cruz es un símbolo de Bodas perpetuas. El esposo es para siempre invisible e imprevisible. Escapa a la percepción. Está siempre allí y no está allí. Cuando no es recibido, algo en nosotros muere con una mala muerte. La esposa- la psique- cuando lo recibe se vuelve virgen de nuevo, y para recibirlo debe haber rencontrado su virginidad. ¡Pobre de ella, cuando se dice madre! No es ya más que una vieja acumulación de tiempo, fijado en la duración.
Según se vea la cruz en su sustancia de luz o en la sustancia espesa de las apariencias, está desnuda o revestida de un crucificado. Y según la psique se sueñe a si misma, o sueñe con un esposo, es ella misma quien se crucifica a sí misma, abandonada en su cruz de ignorancia, o es el esposo a quien ella crucifica, pensando así escapar al suplicio.
Cuando las Bodas tienen lugar, estas son, luz y cruz de luz. Verbo-vibraciones y Verbo-acción;
Hermes y Afrodita en un solo ser.

Extracto de "La Biblia restituida" de Carlo Suares

Caminar con la mente o con el sentir

Cuando se trabaja con la mente, la aproximación al Absoluto se
presenta como aproximación a la “no imagen”. Adentrarse en ese océano,
es adentrarse en la más completa ausencia de toda posibilidad de
representación, conceptualización, imagen.
Lo difícil, en esa modalidad de caminar, es aprender a dar como
realidad lo que es la total ausencia de individualidad, objetividad, subjetividad.
Lo difícil es aprender a discernir que en la aproximación al
término del camino y en el término mismo, convive la radicalidad de
la no imagen, de la ausencia completa de representación y conceptualización
y con la certeza más absoluta.
Cuando se trabaja con el sentir, la aproximación al Absoluto se
presenta y se vive como aproximación a “la ausencia”. Adentrarse en
el Absoluto es adentrarse en la más radical ausencia; es como aproximarse
a un agujero negro. Para el sentir, el Absoluto, al no presentarse
como sujeto, ni como objeto, ni como individualidad es equivalente
a un vacío completo.
Lo difícil, en esta otra modalidad de caminar, es llegar a sentir y
comprender con el sentir, que ese duro vacío es la plenitud absoluta,
que la ausencia, en su misma radicalidad de ausencia, es como una
presencia.
El sentir llega a saber que el Absoluto es una cálida presencia en la
mismísima radicalidad de la ausencia. Es una presencia vacía de todo
lo que el sentir sabe coger y gustar, pero es una presencia que el sentir
tiene que reconocer en su mima calidad de ausente. El agujero negro
de la ausencia, que se traga la realidad de cualquier otra presencia, es
el peso indudable de una presencia inabarcable.
El vacío de una completa “no imagen” del Absoluto es, para el
sentir una “ausencia” radical. Y la “ausencia” radical del Absoluto para
el sentir, resulta, para la mente, una total imposibilidad de representación.

RUMI

Después de que Adán cae en el sueño mortal de la materialidad, abandonando así la androginidad celestial, Cristo desciende tras sus pasos a esa “irrealidad”, para darle, con la creación de Eva, la posibilidad de salvación. Bohéme lo dice así: “Cristo apartó a Adán, durante el sueño de su vanidad…. Y le devolvió la imagen angélica creando a Eva de su propia esencia, de su parte femenina. Ella es la matriz de Adán, de naturaleza celestial (Sofía).” Blake llama a este aspecto femenino emanación, y al masculino, espectro. El fin primordial de la existencia terrenal es  redimirse de la emanación y combinar ambos aspectos. El camino que conduce a ello, pasa, según Blake por las alegrías de la sensualidad y por la satisfacción corporal. Este camino se ve obstaculizado por las falsas doctrinas morales y la religiosidad dogmática, que son el principal instrumento de la represión sexual.

El Rabino Abraham Eleazar, el misterioso maestro de Nicolás Flamel, está aquí subido a un hornillo de atanor en forma de iglesia con el glifo del antimonio primaterial en la punta de la torre. El arroyo de abajo simboliza el largo pero también seguro “camino húmedo” que pasa por numerosas destilaciones. El otro camino corto que sigue la ágil comadreja es la senda peligrosa y seca de la sal ígnea secreta, en la que el nitrito desempeña un papel importante.
Abraham Eleazar Uraltes chemisches, Werk, Leipzig 1760

ALQUIMIA Y MISTICA  Alexander Roob

La acción y el olvido RUMI
Las palabras que pronuncian nuestra boca, o las acciones que realizan
nuestras manos son como una flecha que sale del arco y no da
vuelta atrás. Esas acciones y palabras producen los efectos que pretendíamos
y otros muchos que no se ven.
Pero los resultados de las palabras y de las acciones son sólo obras
de Dios, aunque se nos imputen a nosotros. Sólo Él es el actor, sin
ningún socio. Todos los efectos de nuestras palabras y acciones, los
patentes y los ocultos, son obra suya.
Sólo los sabios tienen el poder, que es de Dios, de cambiar el curso
de la flecha que ya ha sido disparada.
¿Cómo?
Comprendiendo que son “nadie”, abren las puertas al “no-lugar”.
En ese “no-lugar” en el que habita “nadie”, desaparecen las palabras,
las acciones y sus efectos manifiestos y ocultos.
Con su vaciedad, el sabio abre las puertas del vacío. El vacío provoca
el olvido de todo lo que se cree lleno. El olvido obstruye, así, el
camino de la percepción, del objeto y de la acción.
El olvido es el reino de “nadie” en el “no-lugar”. Quien reside ahí
puede tener un corazón que reine sobre los corazones, porque nada
de él se interfiere en el amor.
Para ese sabio, el hombre con todas sus palabras y obras son pura
ilusión. Quienes le escuchan, aprenden esa lección.
El recuerdo de las santas palabras y el olvido de lo que no es Él,
dependen del sabio. El sabio vacía el saco de los corazones de cien mil
pensamientos, buenos y malos, y lo llena de perlas.
Gracias a la vía, todos los pensamientos y acciones pasadas vuelven
a su fuente. Todo vuelve a la fuente, excepto tus habilidades y oficios
se quedan contigo, para que puedas mantenerte.

    © 2014 CINQUIÈME VOIE